Una tarde para visitar al cardiólogo
No se había tenido un encuentro más de cara en lo que se lleva de temporada -un tempranero gol a favor, un rival con dos jugadores menos y un penalti a favor-, pero los rojillos a punto estuvieron de desaprovechar tal coyuntura y repitieron el acostumbrado agobio.
OSASUNA 1
MALLORCA 0
Natxo MATXIN | IRUÑEA
No siempre va a ser jugar bien y acabar perdiendo y con cara de tonto. Alguna vez tenía que ocurrir que Osasuna protagonizara un mal partido, pero se hiciera con los puntos. Mejor en un choque en el que la vida estaba en juego. Aunque para quien padezca del corazón, un buen consejo es que no baje a El Sadar y espere a que le digan el resultado una vez finalizado el encuentro.
La buena noticia de la tercera victoria liguera es que se abandona el farolillo rojo y, por mor del gol average, se asciende a la antepenúltima plaza, a sólo tres puntos de la momentánea salvación, que ahora es el Numancia quien la determina. Una situación para la esperanza, cuando menos, después de haber ocupado la última posición durante las últimas siete jornadas. El envenenado testigo se lo cedió precisamente al Mallorca.
Números, emociones y amagos de infarto al margen, lo que está claro es que los rojillos deberán mejorar ostensiblemente su rendimiento en las próximas jornadas. El Valencia no consentirá caer derrotado con lo escaso que hicieron los navarros y lo poco que aprovecharon la propicia situación que se encontraron en el envite de ayer.
Un gol a los tres minutos de juego, jugar con superioridad numérica -hasta con dos jugadores más- y desperdiciar un penalti que regaló González Vázquez no es de recibo para un equipo que se juega la categoría. O, mejor pensado, quizás sea por eso que a los de Camacho les pesa más la cabeza que las botas y esa fatigosa carga se traslada al campo, bien diferente a lo que vaticinó el técnico murciano hace ya unas cuantas semanas cuando auguró que los suyos jugarían mejor a partir del momento en el que se consiguieran ponerse por delante en el marcador.
Nada más alejado de la realidad. Lejos de ser un estímulo la quinta diana liguera de Pandiani para potenciar un esperado juego de control en tu propio estadio, supuso la imagen palpable del miedo a perder, con un once que retrasó líneas y cedió el control del balón al rival, entre otras cosas porque el Mallorca se hizo con el dominio de la medular, renunciando a las bandas con un trivote trabajador y con constantes envíos directos a un incansable e inquietante Aduriz.
La envergadura del delantero donostiarra, así como su manejo del esférico, trajo en jaque durante muchas fases de la primera parte a los locales, quienes cargaron todo su juego ofensivo por la derecha -Juanfran y Masoud estuvieron allí-, pero sin traducirse ni en contras ni en ocasiones de claro peligro. Lo más cercano que estuvo de calificarse como tal fue un disparo muy elevado de Puñal en el 20.
La «bolsada» surtió efecto
Y mientras, las aproximaciones bermellonas exhumaban viejos fantasmas. Sendos lanzamientos tanto de Cleber como de Arango, dos cabezazos de Nunes, otro tiro de Jurado... Siendo justos, el Mallorca se labró el empate entre la empanada mental anfitriona, pero a los isleños les tocaba ayer interpretar el papel que Osasuna ha desempeñado en otras visitas.
Los corrillos de la grada durante el habitual cuarto de hora del descanso confirmaban la incertidumbre generalizada sobre la suerte final. Demasiados episodios pretéritos como para fiarse, encima ante un rival que no se había encogido ni mucho menos ante el madrugador 1-0 adverso.
Pero los segundos cuarenta y cinco minutos tuvieron de todo, menos fútbol. Y la mayor parte de las incidencias fueron favorables a los intereses rojillos, pero ni de ello se supo sacar tajada. La «bolsada» popular de los prolegómenos del choque surtió efecto, González Vázquez pitó un penalti de esos que no se le suelen señalar a Osasuna para confirmar la estadística de penas máximas falladas, y ya van tres esta campaña.
Al final, lo de siempre, agobios, ineficacia para gestionar el envite y mucho, mucho sufrimiento. De seguir así, los cardiólogos iruindarras van a tener trabajo de sobra.
La roja que vio Javad Nekounam a falta de dos minutos para el tiempo reglamentario le impedirá disputar el próximo partido contra el Valencia. Será el primer encuentro que se perderá el centrocampista iraní -el que más minutos suma- en lo que va de torneo liguero.
José Antonio Camacho advirtió de que el padecimiento va a ser la tónica de aquí a final de temporada. «El equipo ha hecho méritos para estar más tranquilo, pero debe ser nuestro sino. Parece que sufrir va a ser lo que nos toque en cada partido. Por lo menos, si acabáramos así cada semana, luego te queda la satisfacción de haber ganado», comentó.
Eso fue lo mejor, el resultado. «Te sigue dando opciones para estar ahí, para convencernos de que tenemos posibilidades y de que debemos continuar intentando jugar al fútbol», indicó. Y la afición. «Es de Champions, ha llevado a los jugadores en volandas, incluso tras fallar el penalti. Los contrarios saben que se van a encontrar con un público así», avisó.
Al técnico rojillo no le hizo mucha gracia que le preguntaran sobre otro envite más sin saber cerrarlo. «Pregúntaselo a todos los equipos, como al Racing, que iba ganando ante el Barcelona, y ha acabado perdiendo. Si fuera tan fácil, el fútbol sería otra cosa. Mejor ganar 1-0 y otro día ya intentaremos cerrarlo antes», indicó.
También fue interpelado por el papel de los iraníes, que dieron la de cal y la de arena. «He visto cosas interesantes en Masoud, pero cuesta adaptarse a esta Liga. Tiene velocidad y puede romper jugando arriba», afirmó. En cuanto a Nekounam, el de Cieza sacó la cara por él en la jugada de la expulsión: «Podía haber abierto el balón, pero son decisiones del jugador y hay que estar en el campo para tomarlas».
Por su parte, el técnico bermellón, Gregorio Manzano, no quiso descargar las culpas sobre la actuación arbitral. «No hemos perdido por el colegiado, sino porque no tuvimos fortuna en algunos remates, aunque no sabemos qué habría ocurrido si el partido hubiera sido de once contra once», dejó caer.