A punto de cumplir los 70 años, David Frost está considerado como el maestro de la entrevista periodística. Para alcanzar ese dominio como entrevistador ha sido necesaria una larga experiencia de cinco décadas, tiempo en el que ha dirigido sus preguntas hacia todo tipo de personajes públicos. Actualmente trabaja en el canal en inglés de Al Jazeera, pero sus comienzos poco tuvieron que ver con la política. Esa especialización se debió a la repercusión mediática sin precedentes de su famosa sesión de entrevistas a Richard Nixon en 1.977. Antes de eso se inició en los programas de variedades, siendo un precursor de la sátira televisiva y el descubridor de los Monty Python.

Su educación en el seno de una familia metodista inglesa, llegando a ejercer de predicador, tuvo mucho que ver con su estilo persuasivo para la conversación. El método Frost consiste en dejar que el entrevistado se relaje y que se confíe, para así ir sonsacándole valiosa información sin necesidad de desviarse del tono distendido y amable de la charla.

Quien encarna en la pantalla a David Frost es el actor galés Michael Sheen, conocido por su caracterización de Tony Blair en la película «The Queen». No podía ser más indicado, puesto que ha actuado en la versión escénica de la obra teatral de Peter Morgan, autor asimismo de la pieza en la que se basó la mencionada realización de Stephen Frears. Morgan suele ser además el adaptador, y como guionista cinematográfico también es responsable del éxito de «El último rey de Escocia» o «Las hermanas Bolena». Pero esta vez el tema de su drama basado en hechos conocidos se prestaba a un duelo interpretativo transoceánico, aportado por la presencia de la figura histórica de Richard Nixon y su equipo de asesores. El elegido para dar vida al que fuera presidente norteamericano es Frank Langella, ya que también lo ha hecho sobre los escenarios. Al veterano actor le sobran tablas para convencer a propios y extraños de que es Tricky Dick (sobrenombre de Dick El Tramposo aplicado a Nixon en los EE.UU.), a pesar de la ausencia de un asombroso parecido físico. Para muchos críticos debería ser este año el justo ganador del Óscar al Mejor Actor Principal.

Ese mismo sector de la crítica, que apoya la candidatura de Frank Langella, señala a «El desafío: Frost contra Nixon» como la mejor realización de Ron Howard en toda su carrera, siempre peleado con la comercialidad prioritaria de sus proyectos. No obstante, Howard ha sido preferido por Peter Morgan frente a otros posibles directores, ya que tenía suculentas ofertas de compra de los derechos de su obra por parte de Martin Scorsese, George Clooney o Sam Mendes. Y la razón que ha esgrimido para justificar su decisión final es la de que Howard es el único capaz de asegurar el éxito comercial del producto, sin renunciar por ello a su calidad dramática. El verdadero desafío consistía en conservar el nivel de los inteligentes diálogos, encajándolos en una película que resultase emocionante y entretenida. Las cinco nominaciones a los Óscar son la mejor confirmación de que las cosas se han hecho bien en ese sentido, porque el público disfruta con la recreación del mítico combate dialéctico entre Frost y Nixon. El ex-mandatario cometió el error de infravalorar a su adversario y acabó pidiendo perdón públicamente por el caso Watergate que le costó el cargo y su orgulloso silencio.