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Las cocineras también triunfan

«Dieta mediterránea»

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M. I. | DONOSTIA

¿Quién puede tomarse en serio una ficción que anuncia a su protagonista como la mejor cocinera del mundo? Los gastrónomos más fiables dicen que la verdadera es una señora italiana entrada en años y en kilos, pero a la que Joaquín Oristrell ha convertido en una Olivia Molina que, por ahora, sólo ha ejercido en la pantalla de chica mona. El cineasta apela a la tradición culinaria de sus guiones y realizaciones, que ya estaba presente, antes de que la cocina se pusiera tan de moda, en la serie televisiva «Platos rotos» y en las comedias «Salsa rosa» y «Novios». La otra gran influencia, como la de la «nouvelle cuisine», también viene del otro lado de la frontera, pero es cinéfila.

Y es que Oristrell se atreve a invocar al mismísimo Truffaut, a cuento de que en su película hay una relación triangular abierta como la de «Jules et Jim». Suena un poco fatuo, considerando que su trío estelar está marcado por la presencia mediática del televisivo Paco León. Los que ya han visto «Dieta mediterránea» dicen que el actor no se propasa en sus gracias, las cuales deben estar todas contenidas en el trailer, porque las que exhibe ese avance se parecen demasiado a las que suele prodigar en «Aida».

«Dieta mediterránea» narra la vida en el Estado español de los últimos cuarenta años a través de la ascensión de una cocinera que triunfa siendo todavía joven. Nacida en el 68, fecha asociada a vientos de libertad, es educada en el seno de una familia humilde que regenta un chiringuito de playa. El sabor mediterráneo impregna sus platos en los inicios costeros, pero pronto se destaca y evoluciona gracias al impulso de su amigo Frank (Alfonso Bassave), si bien prefiere elegir como padre de sus hijos a Toni. De esta manera la relación entre lo profesional y lo privado converge en estos dos hombres.

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