Patxi Salaberri UPV
El kalashnikov de Arantxa
Es cierto: no ha habido día en que Arantxa no fuera a la universidad sin su kalashnikov en la carpeta y la munición en los bolsillos de su bata blanca. Doy fe de ello, si para algo sirve el que yo dé fe de nada. Y si lo tengo que atestiguar ante los magistrados correspondientes, aquí me tienen ellos dispuesto a que se haga justicia de la verdadera. Porque si algo ha hecho Arantxa en la universidad (y se dice que allí donde ha estado, ya sea gobierno, ayuntamiento, diputación o cementerio) ha sido eso: destrucción y sabotaje. Nunca ha dejado dejado títere con cabeza ni loro con pilas. A todos los ha puesto firmes y en su sitio.
Claro, dirán ustedes, con un kalashnikov... ¡cualquiera!
Sí, es cierto; pero hay que reconocer que se trata de un kalashnikov atípico, de los que les gustaría poseer a los que en esta película van de buenos pero, en realidad, son malos en horizontal y en vertical. Se trata de un kalashnikov visualmente no perceptible que emplea munición conceptual capaz de abatir todo tipo de saurios y de roznos, corruptos o en vías de corrupción, y que deja hondas heridas mentales y de conciencia, difíciles de cicatrizar. De hecho, muy pocos de los que han recibido ráfagas de esa arma se han repuesto completamente.
Emboscada siempre en lo más profundo de su habitual pasamontañas científico, a Arantxa la teme cualquiera que no respete las mínimas reglas éticas y de la razón. Desde los no pocos rectores que han pasado a lo largo de los años por Leioa hasta los mindangos y camanduleros de los departamentos más recónditos, nadie ignora que Arantxa se paseaba, kalashnikov en ristre, por absolutamente todos los órganos de gobierno y desgobierno de la UPV, con gran ilusión y sin arredrarse nunca ante esos fantasmas, vampiros y escorpiones tan comunes en el hábitat administrativo-universitario.
Y se sabe a ciencia cierta que actuaba de forma similar en los demás foros políticos, sociales y sindicales de este país.
Arantxa es, pues, culpable de lo que se le acusa y de más, incluso.
Porque llevar un kalashnikov siempre será llevar un kalashnikov, digo yo.
Besarkada handi bat.