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UPN, Diputación, Universidad del Opus: tres pilares para una élite de poder

Apenas 90 personas ocupan la denominada «élite de poder de Navarra», según una tesis del sociólogo de la UPNA Ricardo Feliú Martínez. Sus conclusiones, marcadamente científicas, coinciden con la percep- ción general sobre el predominio casi absoluto de UPN, la Confederación de Empresarios o la Universidad de Navarra.

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RAMÓN SOLA

Tras las elecciones de mayo de 2007, muchos afirmaron que en Nafarroa existía una «mayoría progresista». Es indudable también que los abertzales o los euskaltzales suponen un sector social con notable peso. Sin embargo, la «élite de poder» del herrialde se configura como un coto casi exclusivo de UPN, a tenor de una exhaustiva tesis del sociólogo Ricardo Feliú, que se acaba de publicar. El trabajo pone número incluso a los componentes de ese bloque dirigente: «Unas 90 personas».

El estudio, que supone toda una novedad, lleva por título «La distribución social de poder: la elite navarra en el cambio de siglo (1999-2004)». La principal conclusión obtenida es que esas 90 personas «comparten unos orígenes sociales y similares posiciones de clase. Comparten unas redes sociales configuradas a través de relaciones familiares, matrimoniales, de amistad, a través de su participación en organizaciones profesionales, de ocio-tiempo libre... Y tienen vinculaciones, como miembros o simpatizantes, con un partido político: UPN».

Se trata, por tanto, de un grupo muy homogéneo. Si UPN es el factor de cohesión político, la Diputación (el Gobierno de Nafarroa) ejerce como auténtico embrión de esa élite de poder, y la Universidad del Opus Dei se encarga de otorgar una especie de «label» formativo e ideológico.

En el ámbito de los valores y creencias, Feliú los define así: «Son católicos practicantes, en un grado mayor que el resto de la sociedad navarra, con una mayor conside- ración por los dogmas, las creencias y las prácticas religiosas. Se ven a sí mismos como liberales económicos, considerando el trabajo desde una perspectiva moral, e ideológicamente ocupan posiciones de centro-derecha mientras que la sociedad navarra se ubica en el centro-izquierda».

CEN, UGT y CCOO

Las conclusiones científicas coinciden en este caso con la percepción social. Por ejemplo, el autor destaca el peso del factor eco-nómico en esta élite de poder (el 40% de sus miembros están en esa esfera frente al 18% del ámbito meramente político o el 8% del intelectual). Y ahí vuelve a funcionar la exclusión. Feliú ha constatado el predominio de agentes como la Confederación de Empresarios de Navarra (CEN), «no sólo porque es la entidad privada que más presencia tiene en los órganos consultivos del Gobierno de Navarra, sino porque entre sus órganos directivos encontramos a una parte de la elite económica navarra». Tras ella se puede citar a la Cámara Navarra de Comercio e Industria, y sólo en un segundo escalón a dos sindicatos: UGT y CCOO. El Gobierno navarro otorgó conjuntamente su última Medalla de Oro a la CEN, UGT y CCOO, y excluye sistemáticamente a ELA y LAB de sus iniciativas institucionales.

En una ponencia presentada en un congreso anterior, Feliú constató que en Nafarroa existe una gran variedad sindical, con cuatro centrales generalistas importantes y ocho sindicatos sectoriales. Sin embargo, los «vínculos de poder» quedan acaparados por UGT (11) y CCOO (8). Y ambos tiene menos, en cualquier caso, que los de la CEN (19).

Otras aportaciones interesantes son la certificación científica de que esta clase dirigente se nutre de profesionales, directivos o empresarios (sólo una minoría accede desde los puestos de trabajador o estratos intermedios). Sólo el 7% son mujeres. Casi todos han realizado estudios superiores y un número muy notable ha pasado por la Universidad del Opus Dei. Y la gran mayoría reside en Iruñerria, pero en zonas con un mayor nivel de vida que la media.

Todo ello tiene un polo de atracción: el Gobierno de Nafarroa, que se configura como centro de poder a todos los niveles. UPN gobierna desde 1991, con sólo una breve interrupción de un año (2005-2006), lo que explicaría la manera en que monopoliza toda la élite. Feliú recuerda a GARA que en los años 80 la derecha navarra estaba fragmentada en siglas e ideologías y UPN ejerció como factor de condensación hasta llegar al pacto con el PP de 1991, ahora roto.

«Se podría decir que en la configuración de la élite política navarra a cambio de siglo tiene un peso fundamental UPN, pero no se debe minusvalorar la discrecionalidad del actual presidente foral», matiza una de las ponencias previas. Feliú prevé que puede haber novedades dentro de esa élite aparentemente tan monolítica en la que Miguel Sanz dejará las riendas a Yolanda Barcina.

EL nacionalismo vasco, clave de bóveda de su «no somos»

Como cualquier élite de poder, la navarra también se articula en torno a un «somos» y a un «no somos». «Y el `no somos' principal de estas personas es `no somos nacionalismo vasco' -apunta Ricardo Feliú-. Lo perciben como un enemigo exterior de los Fueros y de la Diputación», que son su seña de identidad y su centro de poder y relación.

El autor considera especialmente interesante su percepción del euskara, ya que refleja una tensión interna. «La creencia es que se trata de una élite absolutamente antivasquista, pero resulta algo más complicado de explicar: salvo un grupo muy pequeño que tiene un discurso muy beligerante, la mayoría se opone por proyección política. Entendiendo el euskara como elemento cultural, no se perciben como antivasquistas. Hacen una referencia positiva al euskara como algo familiar, privado, inserto en una especie de postal de la Navarra rural, brumosa... Pero otra cosa es cuando el euskara salta al espacio público. Es significativo por ejemplo que `Diario de Navarra' siga cuestionando el batua en la página semanal que publica esta lengua. En resumen, dicen que el euskara no es malo per se e incluso lo consideran como algo propio en el ámbito privado, pero al aparecer en el ámbito público ya pasa a entenderse como el elemento por el cual el nacionalismo vasco quiere `arramplar' con todo». R.S.

 

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