El márketing excesivo es una enfermedad de estos tiempos. Poco se puede hacer contra ella. Llegó para quedarse. Puede que para hacerse más grande y acabar con todo. La NBA está dentro de esa irrefrenable carrera enfocada a los beneficios. Sólo hay una consigna: vender y crecer. Más.

En este contexto lleva ya unos años el fin de semana de las estrellas o All Star Game. La fiesta de la NBA por excelencia. Lo que ocurre es que cada año el trasfondo es más artificial y menos creíble. Crece el número de eventos al ritmo en el que se multiplican los nuevos patrocinadores. De hecho, cada concurso, cada partido y cada sarao cuenta con una marca comercial de la que alimentarse económicamente.

Lejos quedan ya las míticas noches en las que Larry Bird ganaba el concurso de triples o aquellos concursos de mates en los que Michael Jordan y Dominique Wilkins tiraban de un repertorio de ensueño para destrozar el aro. Hoy por hoy, todo es más, mejor y más grande. Sólo que no es cierto.

Tras el partido de los rookies -jugadores de primer año- contra los jugadores de segundo año de esta pasada madrugada, la ciudad sede de los Suns acogerá esta misma noche los populares concursos de mates y triples, además de una prueba de habilidades y otra de tiro en la que participarán diferentes integrantes de varias franquicias.

En la prueba de habilidades se verán las caras Devin Harris (New Jersey), Jameer Nelson (Orlando), Tony Parker (San Antonio), Derrick Rose (Chicago) y Mo Williams (Cleveland). Cinco bases dispuestos a demostrar quién es el jugador más equilibrado en disciplinas como el dribling, el pase o el lanzamiento a canasta.

El concurso de bombarderos será uno de los platos fuertes de la noche. Aunque el caché mediático de los participantes es bastante más bajo que el de años anteriores y simplemente incomparable al de la era clásica de la NBA, serán seis tiradores de larga distancia contrastados los que luchen por hacerse con el premio: Mike Bibby (Atlanta), Daequan Cook (Miami), Danny Granger (Indiana), Jason Kapo-no (Toronto), Rashad Lewis (Orlando) y Roger Mason (San Antonio).

Los porcentajes de tiro de lo que va de temporada colocan como ganador a Mason (45%), el número de triples encestados a Lewis (137) y la experiencia a Kapono, ganador de las dos últimas ediciones, aunque en la actualidad trate de redireccionar su juego.

Estatura excesiva

El espectáculo de los mates estará condicionado por la presencia del ganador del año pasado. Y es que cuesta entender las razones por las que la NBA invitó a participar a Dwight Howard (Orlando) al certamen midiendo 211 centímetros, una estatura que le da una ventaja excesiva.

En el otro extremo figura Nate Robinson (Nueva York), que con 178 centímetros ganó el concurso en 2006. Los otros dos contendientes serán JR Smith (Denver) y Rudy Fernández (Portland). El catalán, ex del Joventut, será el primer jugador europeo en participar. Así pues, el músculo de Howard se enfrentará a la épica gravitatoria de Robinson y a la creatividad de Smith y Fernández.