DIONISIO AMUNDARAIN
Decisión política
Así califica las decisiones de los tribunales de Madrid mucha gente. Las sentencias más descabelladas serían decisiones políticas. Las leyes más injustas serían políticas.
Nada más ajeno a la realidad. Ese uso no hace más que crear una confusión. No hace más que desfigurar el concepto de política. Las citadas sentencias, las citadas leyes no son políticas.
Simplemente, son la manifestación de la degeneración de quienes pretenden ser políticos y/o jueces. Simplemente son el desprestigio mayúsculo de lo que entendemos por política.
Tales sentencias, tales leyes son eso: partidistas, tomando el partido en el peor sentido del término. Son tribalistas. Son propiamente lo que podríamos llamar actividades de un «gang», de una pandilla.
La actividad política es una realidad muchísimo más honrosa. Es servicio del pueblo, de la nación; entendiendo nación en su sentido genuino, de una agrupación unida por lazos naturales, por elementos procedentes de la voluntad de los miembros; y no, de ninguna manera, de elementos procedentes de la fuerza de la espada, de elementos procedentes de la fuerza de los robos amontonados.
La política es una realidad humana, y como humana que es, es actividad consciente y ejercida por todos los miembros que componen la agrupación natural. No se trata de una agrupación artificial, impuesta, vejada, aplastada.
El término «leyes y sentencias políticas» aplicado a las que nos tienen acostumbrados desde Madrid es un sinsentido. Es desfigurar la noción de política.
Sería bueno tener todo esto en cuenta. Tanto cuando declaran ilegales a partidos políticos como cuando dictan sentencias contra muchísimos de los militantes políticos y culturales de Euskal Herria.
Asimismo, sería necesario tener todo eso en cuenta cuando se presentan a las elecciones de Euskal Herria ciertos grupos que se llaman partidos políticos, pero que en realidad son grupos de mercenarios a la disposición de quienes manejan todo el tinglado desde Madrid. No precisamente para el bien del pueblo vasco.
En todo caso, sería exigible el que se hiciera buen uso de términos como son política, democracia, legitimidad, etcétera. Tiene gracia el que se hable de ciertas instancias afirmando que son legítimas. Pregunto: ¿Legítimas desde qué punto de vista? ¿Desde «unas leyes» que ciertas pandillas se han sacado de la manga?