En el siglo XIX se publicó un libro de Juan Mañé y Flaquer, «El Oasis. Viaje al País de Los Fueros», cuyo título he tomado prestado para hablar de un mito que nos han querido endilgar durante las últimas décadas. Un cuento según el cual en Araba, Bizkaia Gipuzkoa y Nafarroa vivimos en una especie de paraíso gracias a nuestras maravillosas instituciones y nuestro ejemplar empresariado. Un auténtico oasis, el más fértil cuando la economía a nivel de estado español iba -digamos- bien, y un rincón privilegiado cuando la crisis atenazaba a los territorios del otro lado del Ebro. Hasta hace cuatro días nos vendían la moto del oasis, esgrimiendo toda suerte de datos que demostraban lo mal que iban las cosas fuera de aquí y la suerte que teníamos de tener unos gobiernos autónomos tan eficaces. La manía de apropiarse de los activos de la política económica en las etapas de crecimiento y largar a los demás la responsabilidad de las crisis, tan extendida entre la clase política, era bien perceptible en la imagen de prosperidad con la que se avalaba el marco autonómico.

En Navarra ha sido escandaloso, puesto que se ha utilizado la evolución económica para afianzar el marco de la partición y ensalzar las bondades del Amejoramiento. Pero el PNV y sus diferentes socios de gobierno han hecho lo mismo en la CAV, aprovechando la coyuntura económica para desmovilizar y atontar a la sociedad con el caramelo del consumo.

¿Y ahora qué? Un personaje que se cree gurú de la derecha españolista en Nafarroa escribía recientemente que UPN se ha equivocado vinculando la defensa de la Navarra foral y española a la prosperidad económica en lugar de insistir en las esencias. Sin prosperidad, el argumento principal cae y la crisis debilita el marco. ¡Vaya, vaya! Ya nos habíamos dado cuenta, ¿a que sí?, pero siempre está bien que nos marquen con rotulador fosforescente sus vías de agua. Por eso decía que el tipo se cree gurú...

La crisis está poniendo en evidencia la verdadera naturaleza del capitalismo y sus consecuencias para la mayor parte de la humanidad. Esta evidencia suele serlo menos cuando esas consecuencias no pasan por delante de la puerta, pero a golpe de ERE, hipotecas y otros sustos el sistema es cada vez más feo ante cada vez más gente. Y los políticos que se apuntaban tantos aparecen ahora como responsables del desaguisado, aunque se esfuercen en escurrir el bulto. Hasta qué punto esto puede erosionar la legitimidad del actual marco político está por ver, pero la batalla está servida.

Los datos confirman una semana tras otra que el oasis no es tal. Puede haber diferencias con otros territorios dependientes del estado español, y de hecho las hay, pero un crecimiento de más del 50% en un año en el desempleo en Nafarroa echa por tierra cualquier pretensión fanfarrona de UPN y sus aliados. Y en la CAV, aunque Ibarretxe quiera obtener votos presentándose como un gestor eficaz frente a la incapacidad de López y Zapatero, el PNV es tan responsable de la crisis como todos los que han protagonizado la política económica en los últimos años.

Así que, de oasis, nada. ¡Y eso que ni hemos hablado de libertades democráticas!