Una mujer kamikaze hizo estallar la carga explosiva que transportaba en medio de una carpa montada en la villa de Musayyi, un área de descanso en la ruta de peregrinaje a la ciudad santa de Kerbala a su paso por Iskandariya, en la que decenas de peregrinos chiíes se encontraban almorzando. Como resultado de la acción, al menos 39 personas murieron y 69 resultaron heridas de diversa gravedad, por lo que no se descarta que el balance de víctimas mortales aumente con el paso de las horas.

Las víctimas, en su mayoría mujeres y niños, se habían reunido en los alrededores de la ermita de Awlad, camino del santuario de Kerbala, donde el lunes se conmemorará el final de los 40 días de duelo para recordar la muerte del imán Hussein, nieto del profeta Mahoma, hace 1.400 años. La mujer autora del atentado se colocó, según testigos, en el centro de la carpa antes de hacer estallar su carga explosiva.

En esa peregrinación a Kerbala participan cada año miles de peregrinos para honrar la memoria del nieto de Mahoma, uno de los imanes más reverenciados, que murió a manos del califa suní Yazi en la batalla de Kerbala. Aquel hecho supuso el cisma entre chiíes y suníes.

El ocurrido ayer es el cuarto atentado contra peregrinos chiíes en una semana. La víspera, ocho personas murieron en otro atentado ocurrido en Kerbala.

El gobernador de la provincia, Akil Al-Khazali, señaló ayer que cinco millones de peregrinos habían llegado ya a Kerbala, 150.000 de los cuales procedían de otros países. En el momento de los atentados, la ciudad de Kerbala, con más de 500.000 habitantes, estaba vigilada por un dispositivo especial formado por 30.00 efectivos militares y policiales, frente a los 5.000 desplegados habitualmente.

Algunos peregrinos, acostumbrados a ser objetivo de los ataques de la insurgencia suní, afirmaron que estos incidentes no les harán abandonar sus ritos. Los ritos chiíes han sido frecuentemente objetivo de atentado de grupos como Al-Qaeda.

Menos sospechas

La insurgencia emplea cada vez más mujeres para cometer actos suicidas, porque levantan menos sospechas entre las fuerzas de seguridad y porque sus holgadas vestimentas son idóneas para ocultar chalecos cargados de explosivos y metralla.

En 21 de enero, la Policía informó de la detención de una mujer de 51 años que admitió haber reclutado a 80 mujeres para cometer atentados suicidas en la provincia de Diyala, 28 de las cuales ya habían actuado.