Inconmensurable Azkuna. Se ha vuelto a superar. Qué gran actor de reparto pierde la escena vasca. ¡Pero qué alcalde! Qué dolor y preocupación por papeleras y contenedores. El domingo ante las cámaras casi llorando. Pobre alcalde «nuestro». No le preocupan heridos, detenidos, provocaciones, legitimaciones democráticas, ilegalizaciones fraudulentas o pelotazos que se oían desde Erandio... Una minucia, comparado con cuatro contenedores volcados y los gritos que molestaban la siesta de los sufridores habitantes del centro. Pobre Bilbao, que Azkuna ha convertido en ciudad mártir, como Gernika, como Hiroshima, como Gaza...

Y, además, nadie le quiere contestar cuando pregunta «¿por qué nos hacen esto?». Dos veces le han destrozado Bilbao. Con el dinero que cuesta arreglarlo. Casi tanto como la chapuza del Zubizuri o el desaguisado inexplicable de la plaza Indautxu, el retraso inescrutable de la Alhóndiga, los proyectos pagados y no realizados y muchos etcéteras de los que hemos perdidos la cuenta.

Azkuna, gran señor del bocho que estás en todas partes, pero siempre con el jefe del Estado y tus constructores favoritos, quieres una respuesta. Aquí la tienes: ¿por qué no prohíbes -tú, insigne dueño de la villa- la entrada en tierra sagrada de órdenes judiciales y tropas extranjeras? ¿Por qué no mandas a tus guardias a proteger manifestaciones «pacíficas y democráticas», de los ataques despiadados y tiro al cuerpo, de unos siniestros tipos de negro, armados hasta las cejas? Será por no llevar la contraria a tus amos de España o del partido. ¿No habrá nadie que dé a este alcalde un trocito de bandera española, que tan cerca la tiene, para que se enjuague la lágrima y los mocos?