Ariane Kamio Periodista
Corazonadas, esperanza y a caminar
Puede ser que un estatus inferior al correspondiente sea un hecho influyente para dejarse llevar por corazonadas. Quizás sea una vía de escape para huir de una realidad notablemente salpicada por el autoritarismo o, por el contrario, una pequeña chispa que valga para seguir buscando ese fuego tan preciado que asegura la presencia de una esperanza arrebatada a lo largo de los años a golpe de porrazo y talonario. Una corazonada puede ser una sensación muy preciada en una situación donde cada movimiento, cada paso, cada intento por encontrar algo mejor es arrebatado sin pudor y sin justificación aparente. El «querer y no poder» se transforma en «querer y poder» y, más allá de viejos presagios, aúnan energías y se convierten en síntesis difícil de comprender y, más aún, complicada de encarar. Lo que en ocasiones parecía que podría contener un mínimo de sensatez y voluntad para abrir nuevas vías, con el paso del tiempo se va afianzando como bloque afincado en la sociedad, un gran edificio capaz de controlar cada movimiento y que cada vez abarca más espacio. Sin embargo, dicen que las corazonadas sirven, y para mucho, y que su existencia se basa en esa esperanza que en pocas ocasiones cuenta con un libre caminar.
A falta de ellas, siempre cabe la posibilidad de dedicarse a especular e intentar acertar lo que un futuro muy cercano pueda traer a nuestro entorno. Para predecir, no obstante, dicen que hace falta talante, y pocos presumen de tenerlo y, más aún, de administrar de manera correcta sus habilidades sin abusar de ellas. A falta de estas cualidades, un «adivino» mirará hacia el futuro en base a la esperanza, a la suya y a la de alguien que posea en él su confianza. Todavía quedan once días por delante, onde días que prometen pasar por nuestro calendario cargados de intensidad y de altos grados de reivindicación para que aquellos que estén impacientes por ver llegar el primero de marzo tengan que hacer un esfuerzo mayor en tranquilizar sus conciencias. Habrá que esperar a futuras corazonadas para ir recuperando lo arrebatado, aunque la esperanza nunca haya sido un elemento que hayamos tenido que echar de menos.