Un doble salto mortal
«El luchador»
Darren Aronofsky resurgió de sus cenizas en la Mostra de Venecia al conseguir el León de Oro con «El luchador», a la vez que también renacía Mickey Rourke como protagonista de la película. La recompensa le iba a llegar al actor en forma de Globo de Oro, junto con la nominación al Óscar, aunque su presencia sea más bien simbólica y no cuenta con demasiadas opciones reales para ganarlo. Su compañera Marisa Tomei aspira al de Mejor Actriz de Reparto.
Mikel INSAUSTI | DONOSTIA
Las historias de perdedores siguen siendo las preferidas del cine, máxime cuando las personas que hacen las películas se identifican al cien por cien con ese tipo de personajes derrotados. Se ha hablado mucho de lo que para el caído en desgracia Mickey Rourke significan los premios recibidos, pero su recuperación personal va acompañada de la del propio Darren Aronofsky, al que la crítica vapuleó por su pretenciosa anterior realización, «La fuente de la vida». De la noche a la mañana perdió todo el prestigio que había acumulado con sus dos primeros largometrajes: «Pi» y «Réquiem por un sueño». La prueba es que los años y el dinero invertidos en la que debía ser la obra que le consagrara definitivamente se fueron por el agujero del retrete y, de esa inmensa frustración, surgió «El luchador», una modesta producción independiente con un ínfimo coste de seis millones de dólares.
No cabe duda de que Aronofsky hacía lo correcto, porque después de darse el gran batacazo tocaba asumir la lección de humildad recibida, volviendo a reiniciar su carrera cinematográfica como un principiante. Pero no es fácil sintonizar con la industria, que no tiene corazón con los que se lamen sus heridas y buscan su segunda oportunidad. Los productores no estaban dispuestos a financiar una película sobre un bala perdida sin una estrella con la que el gran público pudiera identificarse, así que impusieron a Nicolas Cage como protagonista. En honor del sobrino de Coppola hay que decir que, sabedor de que Aronofsky prefería al hundido Mickey Rourke, se retiró del proyecto voluntariamente para ayudar al amigo y colega en horas bajas a recuperarse con el que iba a ser el papel de su vida. Es por ello que hubo que abaratar tanto el presupuesto, al ser la única manera de hacer la película con un actor maldito.
Antes de comenzar a rodar «El luchador», Aronofsky se reunió con Rourke para ponerle una serie de condiciones, garantizándole a cambio la nominación al Óscar, promesa que el cineasta ha cumplido de forma visionaria. El director le hizo ver al problemático intérprete que se habían terminado las tonterías, que esta vez se jugaba el ser o no ser dentro de la profesión, y que ya no habría más oportunidades. No le iba permitir ni un solo retraso en el plan de rodaje, obligándole a cumplir a rajatabla con el acuerdo personal que sellaban. Rourke debió de mantenerse sobrio por una vez y a la vista están los resultados, porque ya le están surgiendo otras ofertas de trabajo que le permitirán pagar las deudas contraídas, y, con suerte, rehacer su vida sentimental, después de quedarse solo con su mascota.
Con el rostro desfigurado por las operaciones de cirugía estética que le hacen prácticamente irreconocible, Mickey Rourke únicamente podía optar a una caracterización extrema como la que borda en «El luchador», gracias a que transmite al acabado Randy The Ram Robinson todo el dolor y desgaste existenciales acumulados en estos años. Se trata de un profesional de lucha libre que en la década de los 80 gozó de popularidad, pero que en la actualidad se arrastra por los cuadriláteros de funciones en las que ha de enfrentarse a rivales de categoría amateur. Para colmo de males, sufre una dolencia de corazón, a causa de la cual los médicos le aconsejan que se retire definitivamente. Sin embargo, en su mente está hacer un último combate conmemorativo del veinte aniversario de su máximo logro sobre el ring, creyendo que tal vez así se produzca un acercamiento con la hija a la que abandonó. La cuestión es saber si su maltrecho físico aguantará el definitivo ram jam (salto desde la esquina de las cuerdas), que antaño le hizo famoso, y al que debe su nombre de guerra.
«El luchador», película ganadora del codiciado León de Oro en la edición de 2008 del Festival de Venecia, rompe el molde de las historias con deportista caído intentando regresar al ruedo a toda costa.
Otro atractivo añadido de «El luchador» es su magnífica banda sonora, compuesta por el habitual Clint Mansell, estrecho colaborador de Darren Aronofsly en todas sus películas. Pero la guinda del pastel la pone la canción que toma prestado el título y sirve de tema principal, escrita e interpretada por Bruce Springsteen. Conocida la habilidad del boss para componer himnos a la figura del perdedor, no es de extrañar que se hiciera con el Globo de Oro a la Mejor Canción del año. Es una pena que no la hayan nominado al Óscar, porque se lo merecía. Mikel Insausti