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La unidad es el camino

Hace quince años, las calles de Bilbo daban testimonio de una de las mayores manifestaciones que ha conocido Euskal Herria. Un 19 de febrero como el de ayer, la reivindicación de la soberanía económica y la exigencia de la capacidad de decisión vencían las diferencias y favorecían la apuesta por la unidad de acción entre ELA y LAB, abriendo así una etapa que sirvió para materializar serios avances en la lucha laboral. Cerrada aquella fase, el sindicalismo abertzale regresó a la división de estadios anteriores y, todavía hoy en día y a pesar de las graves amenazas a las que se enfrenta la clase trabajadora vasca, cada una de las dos centrales recorre su camino en solitario.

No cabe duda, sin entrar en comparaciones, de que el trabajo individual de ambos sindicatos ha dado sus frutos. Sin embargo, la severa crisis que golpea a la economía vasca -pese al maquillaje del Gobierno de Lakua- y la ofensiva lanzada desde una parte del empresariado en forma de expedientes de regulación de empleo y deterioro progresivo de las condiciones de trabajo, demandan una respuesta contundente por parte del sindicalismo. Y a nadie se le escapa que esa respuesta sólo se conseguirá con aquella estrategia que apueste por una suma de fuerzas que conforme una alternativa realmente eficaz y que sepa canalizar la innegable energía de respuesta que ya están liberando entre los trabajadores las agresiones cada día más violentas que soportan.

Ayer, LAB dio el primer paso con una propuesta directa, pública y solemne a ELA para iniciar un camino que desemboque en la renovación de la unidad de acción abertzale. Un primer paso sólo predefinido por la defensa de los derechos laborales y el marco vasco de decisión, dos coordenadas que encajan a la perfección en los presupuestos actuales de ambas centrales. Un primer paso abierto al diálogo y al necesario acuerdo sobre el itinerario a seguir. Ese acuerdo, no cabe duda, recibiría el saludo de gran parte de una sociedad ávida de propuestas sólidas para salir de la encrucijada y de un liderazgo sindical firme que canalice los deseos de cambio real que ha traído la crisis a Euskal Herria.

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