Un mes de Obama: retos, expectativas y nervios
Dabid LAZKANOITURBURU | Periodista
Los «grandes políticos» fueron y son -hoy con cuentagotas- hijos de su tiempo, producto de circunstancias excepcionales de la historia.
Obama debe su triunfo a la conjunción de un descalabro económico surgido de las entrañas del neoliberalismo y de la crisis existencial de EEUU, que añora ya su pasado de superpotencia incontestada a escala mundial.
El tiempo lo dirá, pero Obama es, por ahora y no es poco, un «gran candidato». Por poder, se puede discutir si es un simple prestidigitador o hasta si es realmente negro o incluso si el que se ha instalado en la Casa Blanca es un clón. Pero sus sucesivos triunfos electorales contra casi todos los pronósticos están ahí.
El ex senador por Illinois lleva un mes escaso en la Casa Blanca y ya acumula errores y problemas, junto con anuncios que apuntan a un giro en la política interior y exterior de su predecesor.
Cierto es que, por poco que haga, puede salir bienparado. El recuerdo de la era Bush hace bueno a cualquiera.
Pero los retos que afronta Obama son tantos y tan gigantescos que el tradicional período de gracia se antoja esta vez excesivo y las comparaciones se agotan. Él lo sabe y es consciente de que se juega su futuro político en un cortísimo plazo.
¿Capeará el temporal? Está por ver. Lo que es seguro es que, si lo hace, será para beneficio de unos EEUU en cuya refundación -rememorando a Lincoln- basó su campaña electoral.
Obama será lo que sea. Pero encarna el «sueño americano». En sus manos está que ese sueño no siga siendo pesadilla para tantos. Que no sería poco. Aunque llegara de la mano de un clón.