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Espejismo de igualdad

El discurso formal nos vende una pretendida democracia basada en la igualdad de derechos y deberes de la ciudadanía, que nada o muy poco tiene que ver con la realidad social. El apartheid político de D3M y Askatasuna, con la consiguiente imposibilidad de que miles de personas podamos elegir a nuestros representantes. La crisis económica que afecta de modo muy diferente a quien trabaja por cuenta ajena de quien tiene un trabajo vitalicio y no digamos de quien se ha enriquecido los años de beneficios inmensos de las empresas y la banca. La exclusión social, derivada de la pobreza, en la que están inmersos colectivos como familias monoparentales, pensionistas, inmigrantes... Todos ellos, entre otros, son rasgos inequívocos de que la igualdad es un espejismo.

Pero en la CAPV estamos en campaña. Los lideres de los partidos gobernantes -incluido el PSE, que hace suyos los «logros» de quien es filial- llevan días y días prometiendo que eso va a cambiar. Bueno, todo menos el ataque a lo que huela a independentismo de verdad. Se les llena la boca con los proyectos que van a emprender si gobiernan. Dan vergüenza ajena, pero ellos no se ponen rojos prometiendo medidas que podían haberlas hecho efectivas los años en que han estado en el poder.

Este txoko no tiene espacio para el montón de despropósitos que estamos oyendo estos días, así que vamos a pararnos en un ejemplo paradigmático. Sanidad. El consejero de la cosa acaba de descubrir que la salud también tiene género, y lanza un programa para promover la igualdad entre hombre y mujeres en su ámbito. Dice algo tan obvio como que «las mujeres tienen peor salud que los hombres pese a que ellas viven más años». No se para en las causas que producen esa situación -les exigiría demasiado- y lo que hace es lanzar una batería de medidas que llevan a pensar ¡qué demonios ha estado haciendo las tres legislaturas en las que ha gobernado!

Promover la mejora de la salud sexual y reproductiva, mejorar la prevención del cáncer de cuello de útero y mama, intensificar las actuaciones frente a «la lacra» de los malos tratos o avanzar en el tratamiento de alteraciones mentales como la depresión o la ansiedad son algunas de las líneas de actuación que contempla el programa. Es decir, «atender las necesidades específicas por razones biológicas». Y se queda tan pancho, cuando se ha cargado el mejor de los programas de atención integral a la salud de las mujeres: los centros de planificación, tan añorados y reivindicados. Ahí están las mujeres de Ezkerraldea, que sistemáticamente hacen campaña sobre su necesidad, sin que desde Sanidad se les haga ni pito de caso.

Dice Inclán que «los embarazos no deseados continúan siendo un problema no resuelto en el mundo entero» -lo que no es cierto- y que promoverán el uso del preservativo y el acceso gratuito a la píldora del día después. Bien, pero sobre todo, que se dejen de rollos y que regulen el aborto libre y gratuito, lo que sí sería una medida real de igualdad porque... no todas pueden pagarse un centro privado.

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