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Elecciones del 1 de marzo

La abstención también cuenta en los sondeos

A partir de hoy no pueden hacerse públicos -o mejor dicho, publicarse en los medios de comunicación- sondeos electorales. Por ello, la mayoría de los periódicos plagaron ayer sus páginas de datos «precocinados» que todas las candidaturas están ya digiriendo.

Txisko FERNÁNDEZ

Antes de que se cierre la campaña, la medianoche del viernes, los partidos que se presentan a las elecciones del Parlamento de Gasteiz tendrán sobre la mesa de sus analistas nuevos datos que perfilen con mayor precisión la intención de voto de las ciudadanas y ciudadanos de Araba, Bizkaia y Gipuzkoa. Esos sondeos no se darán a conocer a través de los medios de comunicación porque lo prohíbe la actual legislación, pero probablemente servirán para «orientar» los mensajes finales con los que cada partido pretenda atraer a ese grupo tan indefinido que se conoce como «los indecisos».

Curiosamente, fueron pocos los medios que ayer prestaron especial atención a esa parte del electorado que, en estos momentos, podría decidir hacia dónde caen 24 escaños, según recogía gráficamente «El Diario Vasco». En consecuencia, el rotativo guipuzcoano relativizaba en su principal titular de primera página el resultado previsto: «PNV y PSE empatan con un 29% de indecisos en las elecciones más igualadas». Es de suponer que, pese a ello, la empresa que preparó la encuesta supone que esos 24 escaños también se repartirán más o menos equitativamente, porque de lo contrario esa «igualdad» podría saltar en pedazos.

No obstante, esa perspectiva pone en entredicho la total seguridad con la que otros llevan a titulares lo que no son más que previsiones sobre la cambiante actitud del electorado vasco, contrastada de una a cita a otra. Tomemos, por ejemplo, las autonómicas de 2005 y las estatales de 2008; al comparar la abstención, en las primeras alcanzó el 32,00% mientras que en las del pasado año rozó el 36,00%. Pese a esa corta diferencia, recordemos que el PSOE pasó de 274.546 votos a 430.690. En cambio, la coalición que lideró Ibarretxe en la primera cita obtuvo 468.117 votos, cuando en la segunda el PNV se quedó en 3o6.128 y ni sumando los de EA, 50.371, pudo disfrazar el batacazo. En resumen, las abstencionistas no son las mismas personas en una cita y otra, y se peca en exceso al analizar sólo porcentajes.

Y la mayoría de las encuestas apuntan a una gran abstención para el 1-M, en torno al 40%, según coincidían ayer los analistas del Grupo Vocento y los de Prisa. Esa cifra tan alta no se alcanza en la CAV en unas autonómicas desde 1994 y, de confirmarse, doblaría el número de abstenciones que se registraron en 2001 (21,03%). Con esos datos en perspectiva, es fácil comprender por qué el mensaje que más han repetido los dirigentes jeltzales este fin de semana ha sido que «hay que despertar».

Si a esa alta abstención proyectada sumamos el efecto de la anulación oficial de los votos de la izquierda abertzale, también se puede entender por qué hay tanto «baile» con algunos partidos; cruzando distintos datos, hay quien le da un escaño a UPyD en Araba -y se lo resta al PP- con sólo 4.432 votos. Nunca fue tan barato.

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