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El tánden PSOE-BNG frusta las expectativas de cambio político en Galiza

Tras 16 años de mayorías absolutas del PP, la legislatura que concluye con las elecciones del domingo abrió numerosas perspectivas de cambio. La catarsis social del Prestige, las huelgas y las movilizaciones contra la invasión de Irak hacían insostenible la continuidad de la derecha. Al optimismo por la derrota de Manuel Fraga en los sectores progresistas se sumaba un elemento novedoso: por primera vez el BNG tocaba poder en la Xunta.

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Carlos BARROS | «Novas de Galiza»

Si bien podría pensarse que la irrupción nacionalista galleguizaría el panorama, la realidad acabó por demostrar lo contrario. El PSdG fortalecía su españolismo situando en posiciones decisivas a gestores del entorno del ex alcalde coruñés Paco Vázquez. Por su parte, en el Bloque la demanda de autodeterminación desaparecía de su discurso al tiempo que rebajaba sus reivindicaciones sociales hasta el punto de afirmar que no representaban una opción política de derechas ni de izquierdas.

Entre las primeras medidas del bipartito, aparte de subirse los salarios, destacó la creación de decenas de entidades paralelas mediante las que contrataron con facilidad a miles de personas identificadas con los respectivos aparatos para fortalecerse y afianzar lealtades. A su vez, la franquicia del PSOE en Galiza benefició a las grandes multinacionales aliadas a su partido mientras que el BNG se hacía con el apoyo de empresarios afines al PP, priorizaba contrataciones con pequeñas empresas amigas y creaba sociedades ad hoc para nutrirse con concesiones públicas.

Neoliberalismo y privatizaciones

Las políticas estratégicas se mantuvieron: neoliberalismo y privatizaciones, privilegios para las multinacionales, continuidad en la desintegración y el éxodo rural, en la desarticulación de la economía asociada a la pesca y el marisqueo y, en general, de los sectores primarios en los que Galiza había sido puntera.

Para las grandes infraestructuras las inversiones se destinaron a crear más vías de alta capacidad para comunicar las áreas económicas más desarrolladas, consolidando el aislamiento de zonas como la Costa da Morte condenadas al paro y la emigración. Optaron por potenciar la construcción del TAV con similares consecuencias: incomunicación de la mayoría del territorio, cierre de líneas históricas y graves efectos socioambientales.

En relación a la política lingüística, el PSOE echaba mano de especialistas de la confianza del PP para los puestos de responsabilidad y aprobaba una ley de normalización básicamente continuadora de la elaborada por Manuel Fraga. Las tendencias se mantuvieron: Galiza sigue siendo mayoritariamente gallegoparlante aunque la estadística se invierte en los sectores juveniles y crece de forma alarmante el número de monolingües en español.

Las consellerías del BNG escenificaron significativas renuncias a sus principios. Entre ellas, en el ámbito industrial aprobaban la mayor oferta eólica nunca antes conocida en Galiza permitiendo duplicar el número de aerogeneradores y abrazaron la puesta en funcionamiento de la peligrosa central gasística de Reganosa, en la ría de Ferrol.

Continuidad de prácticas de Fraga

La consellería de Ánxela Bugallo (Cultura y Deporte) incrementó el gasto para la Cidade da Cultura diseñada por el PP que muchos denominaron el mausoleo de Fraga por su envergadura. Con un coste actual que supera el doble del presupuesto para el Guggenheim de Bilbo, suscitó una importante oposición en amplios sectores. Por su parte, Anxo Quintana, desde su cargo de vicepresidente de la Xunta, se destacó por practicar el populismo con las personas mayores al más puro estilo de Fraga en un intento desesperado por hacerse con votos tradicionalmente hostiles.

A pesar de lo desalentador del panorama para los movimientos populares, la llegada al poder del bipartito permitió que la sociedad organizada pudiese intervenir sin ataduras, una vez que el BNG se hacía con parte del Gobierno y optaba por evitar la calle y el atavismo como herramientas.

La creación de la red Galiza Non Se Vende como aglutinante de reivindicaciones sociales y ecologistas supuso en la práctica la separación de los sectores independientes de Nunca Más del aparato del BNG, consolidando la mayor expresión orgánica al margen de la Xunta y el arma más fuerte de oposición por la izquierda.

Sindicatos nacionalistas como el agrario SLG y el obrero CIG irían marcando progresivamente distancias con las directrices marcadas por el partido hegemónico del frente, la UPG, sorprendiendo a propios y extraños por su capacidad de actuar de manera autónoma.

Candidaturas independentistas buscan canalizar el descontento

La FPG y Nós-UP presentan candidaturas que intentan aglutinar el voto rupturista y el procedente de la base nacionalista disconforme con la deriva del BNG. A pesar de la demanda de unidad por parte de la base social independentista, en esta ocasión no pudo cristalizarse aunque ambos sectores, y otros, continúan impulsando la iniciativa autodeterminista Causa Galiza. En la FPG destacan su bagaje obrerista y la relevancia de sus intelectuales, encabezados por Xosé Luis Méndez Ferrín, mientras que Nós-UP pone en valor el peso de nuevas generaciones de militantes y su importante capacidad organizativa y propagandísticas. C.B.

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