Maite SOROA
Pedro Botero hace campaña
Hacía algún tiempo que la carcundia hispana se había olvidado del obispo emérito Setién, pero las cosas de la campaña resucitan los fantasmas.
Ayer Javier Rupérez, en «El Imparcial" -no se lo pierdan, ¡han vuelto!-, volvía a la carga con aquello de «la evidente y obscena deriva `abertzale' del obispo vasco», pero ahora con la sana intención de zurrar a todos los curas de estos pagos.
Advertía Rupérez que el sucesor de José María Setien, Juan María Uriarte, «no es Setién», pero (siempre hay un pero en estas cosas) «lo que si parece seguir siendo de Setien es la curia diocesana en la que se mueve su sucesor: el documento pastoral de la diócesis de San Sebastián recientemente publicado en el que se lamenta la ilegalización de las fuerzas politicas afines al mundo etarra, con el fantástico argumento de que ello priva de elección a una parte de la ciudadanía, no ha podido tener su origen en otras oficinas que no sean las que dictan la estrategia de los batasunos violentos e independentistas». Rupérez o está consumido por alguna fiebre tropical o debería hacérselo mirar por un especialista.
La cosa parece grave en boca del veterano político de la derecha hispana: «La absorción de las nociones del extremismo nacionalista -o simplemente del nacionalismo- por parte de algún sector de la clerecía vasca produce sonrojo secular. Caben dos opciones, como siempre en estos casos, que Uriarte estuviera al tanto, con lo cual lleva el camino de `setienizarse', o que, caso raro, no lo estuviera, lo cual diría poco y malo de su gestión pastoral». ¡Se ha inventado un verbo nuevo!
Rupérez sigue infatigable su ascenso a la cima del disparate y saca a pasear a Belcebú: «La inmensa mayoría de los fieles católicos en la España que ETA martiriza desde hace cuarenta años querrían encontrar a la Iglesia española, incluyendo en ella a la vasca, en la trinchera de las victimas. Los que esperaban votar y representar a las siglas ahora ilegalizadas pertenecen a la categoría de los victimarios. Solo el maligno, o Setién, puede pretender introducir distinciones en verdades tan evidentes». ¡Pedro Botero en campaña electoral! ¡Huele a azufre!