Nueve personas murieron ayer y más de ochenta resultaron heridas, seis de ellas en estado crítico y una veintena graves, al estrellarse un Boeing 737 de la compañía Turkish Airlines durante la maniobra de aterrizaje en el aeropuerto holandés de Schiphol.

El avión, que había despegado de Estambul con 135 personas a bordo (128 pasajeros y 7 tripulantes), cayó en un campo agrícola en las inmediaciones del aeropuerto de Amsterdam poco antes de tomar tierra y se partió en tres, aunque no se incendió.

El aparato se estrelló a las 10.30 de ayer mientras se aproximaba a la pista de aterrizaje del aeropuerto internacional de Schiphol, que permaneció cerrado durante un tiempo tras el siniestro. El tráfico aéreo se reanudó poco después de forma limitada.

Testigos presenciales explicaron que el morro del aparato perdió altura repentinamente y que se precipitó hacia el suelo.

Aunque se desconocen las causas del accidente, medios holandeses avanzaron que los motores del avión se pararon poco antes del aterrizaje, con lo que el aparato perdió velocidad y cayó en el campo contiguo a la pista.