Maite SOROA | msoroa@gara.net
Y lo que rondaré, moreno
Prometo no aburrirles con la matraca postelectoral, pero la verdad es que no se habla de otra cosa en los medios impresos. Están como motos.
Los que sólo quieren ver coronado su sueño de investir un lehendakari que lleve la Constitución española en el bolsillo interno del chaleco no escatiman palabras de aliento al líder del PSE.
Pedro J. Ramírez, por ejemplo, se ha embarcado también en la nave del PSE en calidad de remero (¡qué facilidad la de este hombre para mudar más chaquetas de las que puede diseñar Agatha Ruiz de la Prada!) y hablaba ayer en el editorial de «El Mundo» del discurso de Patxi López como «un soplo de aire refrescante, una brisa que despeja el ambiente de una habitación cerrada». Y zumbaba por contra a los jelkides, cuya dirección «parece haberse vuelto histérica ante la casi segura perspectiva de no gobernar».
Y no contento con lo anterior, les zurraba más aún: «La incapacidad del PNV para articular una mayoría nacionalista ha hecho aflorar el miedo de una casta a tener que renunciar a los privilegios que disfruta desde 1979».
Al PNV le están pasando factura. En «La Razón», José Antonio Vera lo tenía muy claro. Después de poner a parir a Iñaki Anasagasti (le llama «verborreico matachín» y «alopécico tiburón», entre otras lindezas) hacía votos para que el PSE no ceda a las advertencias del PNV y los intereses de Zapatero. Lo resumía en una frase: «Animo Patxi, no te rajes».
En el mismo medio, Cristina L. Schlichtiing sentenciaba con aire bíblico sobre «la urgencia de un Gobierno constitucionalista que frene la educación y la cultura racista que se ha implantado en el País Vasco». Lo decía quien oculta su apellido, López, tras un enigmático erre-punto.
Y desde las filas peneuvistas, el editorialista de «Noticias de Gipuzkoa» denunciaba el discurso moderado del candidato del PSE durante la campaña porque, revelaba, «lo que se escondía tras esta imagen para la galería era una decisión juramentada de Patxi López y su guardia pretoriana de ocupar la Lehendakaritza a cualquier coste». Bueno, más o menos lo mismo que los demás. ¿O no?