Proceso judicial por torturas a Igor Portu y Mattin Sarasola
La Guardia Civil deja en evidencia la versión del Ministerio de Interior
El juez de Donostia que investiga la causa contra quince guardias civiles por las denuncias de torturas de Igor Portu y Mattin Sarasola acordó el pasado viernes continuar con los trámites judiciales. Aprecia serios indicios de la existencia de maltrato, que se añaden a las ya conocidas. Pese a todo, el Ministerio de Interior mantiene su primera versión.
Gari MUJIKA | DONOSTIA
El auto judicial emitido el pasado 27 de febrero por el Juzgado de Instrucción número 1 de Donostia, por el que acuerda continuar en un tribunal superior con el proceso contra quince guardias civiles por un delito de torturas y lesiones contra Igor Portu y Mattin Sarasola, añade nuevos elementos probados que se agregan a otros ya publicados que evidencian la falsedad de la versión y de las consiguientes declaraciones que ha mantenido el Ministerio de Interior.
En el escrito judicial, el magistrado de Donostia hace hincapié, sobre todo, en tres elementos que contradicen la versión oficial: la verosimilitud de la declaración prestada por el testigo presencial de la detención de los dos lesakarras; la contradicción en la que caen los agentes del instituto militar en su declaración; y, por último, el informe de los forenses independientes.
Para desgranar todos los elementos que refuerzan las denuncias de los lesakarras, aún más si cabe que el propio ingreso hospitalario in extremis de Portu, la cronología de los hechos resulta ser la información más objetiva a ofrecer.
Arranca con la hospitalización
Inmediatamente después de que Igor Portu y Mattin Sarasola fuesen arrestados en la mañana del 6 de enero del pasado año en Arrasate, el Ministerio de Interior informó, según recogía «El País», de que las detenciones se practicaron a las 13.00 en un control rutinario y que «no opusieron resistencia».
Aunque la defensa de los quince militares imputados intentó detener el proceso aduciendo que el caso arranca con las denuncias de Portu y Sarasola, presumiendo que son de ETA, lo cierto es que, tal y como subraya el juez, se inicia cuando el Juzgado recibe la llamada del director del Hospital Donostia informando del ingreso en la UCI de Igor Portu al correr riesgo su vida, con un cuadro clínico de múltiples golpes, un pulmón perforado y neumotórax.
Acto seguido, por la tarde, y mientras que Mattin Sarasola seguía incomunicado, el ministro español de Interior, Alfredo Pérez Rubalcaba, compareció para cambiar la versión oficial, señalando que las lesiones producidas a Portu fueron consecuencia del uso de la fuerza para poder reducir a los jóvenes cuando intentaban, según Rubalcaba, huir del arresto. El control ya deja de existir.
Credibilidad del testigo ocular
A los tres días, el 10 de enero, el testigo ocular de los arrestos echó por tierra la versión oficial cuando declaró en un Juzgado de Bergara. El joven relató que las detenciones se practicaron ente las 10.00 y las 10.30 ante la escuela Erguin de Arrasate. Además de ofrecer una descripción muy detallada del entorno, el testigo relata cómo vio descender del camino de Udala a dos montañeros, momento en el que apareció la Guardia Civil.
Señala que «se dirigieron a ellos directamente» y que les pidieron las mochilas y les cachearon, y que también registraron el coche de los navarros, «un Volkswagen Caddy». Agrega que «la detención fue limpia», que no opusieron resistencia alguna al arresto.
Sobre este testimonio, una vez que se emprendieron las diligencias, la defensa de los militares -que durante el proceso introdujo a un abogado traído expresamente desde Madrid- intentó desprestigiarlo, argumentando que cuenta con un familiar encarcelado acusado de ser de ETA. Pero el juez instructor hace especial hincapié en este testimonio, ofreciéndole verosimilitud, ya que relató datos que en ese momento no eran de conocimiento público y que después fueron confirmados también por los dos lesakarras.
El otro control que sí existió
Para entonces, varios vecinos de la zona donde se produjeron los arrestos habían confirmado a GARA la presencia de la Guardia Civil sobre las 10.00. Este diario también confirmó -ver edición del 11 de enero-, recabando varios testimonios, la existencia de un retén policial que se prolongó hasta cerca del mediodía en la «muga» de Gipuzkoa con Araba, en el que los militares retuvieron y negaron el paso a decenas de paseantes.
Igor Portu y Mattin Sarasola coincidieron en sus relatos con la declaración del testigo ocular, así como que les llevaron a «un puerto», desde donde les bajaron a un río, en el que les golpearon y torturaron, además de sumergirles la cabeza en el río.
En este punto es de especial trascendencia recordar que los testimonios de Portu y Sarasola coincidieron plenamente, y que ese relato cobra aún más fuerza teniendo en cuenta que ambos se encontraban incomunicados, sin contacto alguno entre ellos.
Marlaska no obvió lo evidente
Pero es que, además, el juez Grande-Marlaska subrayó este extremo tras la toma de declaración a Sarasola en Madrid, tras lo cual se «lavó las manos» y dejó el caso en Donostia.
Después de que el juez instructor ordenase identificar a los que les detuvieron, trasladaron y custodiaron, el 22 de febrero declararon en Donostia ocho guardias civiles imputados por torturas a Igor Portu.
Pillados en su propia mentira
Ese día, en el que la Ertzaintza cargó de forma salvaje contra decenas de ciudadanos que se concentraban en el exterior, los guardias civiles, casualmente, mimetizaron lo expuesto por GARA sobre el retén policial.
Los militares adujeron que, tras el arresto, los coches camuflados se dirigieron a Intxaurrondo con los detenidos, y que los Patrol se fueron a realizar «un reconocimiento de zona de la muga con Álava y Vizcaya». Pero los guardias civiles han caído en su mentira, después de que el juez recibiese los tickets de los vehículos policiales a su paso por el peaje de Zarautz.
En los informes de Bidegi se recoge cómo todos los vehículos implicados pasaron la barrera de Arrasate entre las 9.50 y 9.53, cuando adujeron que los arrestos se practicaron a las 11.00. Y que de regreso, tanto los Patrol como los coches camuflados con los detenidos pasaron por Zarautz a las 12.07 y 12.10. Los tickets demuestran la falsedad de lo relatado por los militares.
Los forenses independientes
Respecto a las lesiones que mostraron Portu y Sarasola, el juez otorga credibilidad a los informes de los forenses independientes que afirman con rotundidad que «algunas de las lesiones no hubieran podido producirse nunca» según la versión oficial. Y, evidencian, que los daños avalan el testimonio de los navarros. El juez también rechaza la petición de la defensa de los agentes para citar a declarar a los peritos forenses.
Es así que el juez mantiene la imputación contra los quince militares por un delito de torturas y lesiones, que, añade, «son perfectamente imputables tanto a los agentes que materialmente las causan como a quienes las consiente, por la posi- ción de garante que ocupaban los agentes custodios».
Qué refuerza el testimonio de los lesakarras
1. La urgente hospitalización de Igor Portu el 7 de enero en la UCI del Hospital Donostia, que es lo que inicia, y no otra cosa, el proceso judicial contra los quince guardias civiles.
2.Las denuncias de torturas de Igor Portu y Mattin Sarasola, cuyo relato coincide en modos, lugares y la detención, estando ambos incomunicados y, por consiguiente, sin contacto. El propio juez de la Audiencia Nacional Fernando Grande-Marlaska evidenció este extremo tras la comparecencia de Sarasola.
3. El relato del testigo presencial de la detención, que choca frontalmente con la versión del Ministerio español de Interior. Un testigo que cobra más credibilidad, máxime cuando ofrece datos que en el momento de su declaración no eran de conocimiento público.
4. La existencia de un retén policial, que confirma después la propia Guardia Civil. GARA estuvo en ese lugar, que cuenta con elementos como el entorno boscoso, la pista forestal y el río Aramaio, que coinciden con los elementos narrados tanto por Igor Portu como por Mattin Sarasola como el lugar al que fueron llevados acto seguido del arresto y donde ambos narran que fueron golpeados y torturados.
5. La mentira de la declaración de los militares sobre las horas del arresto y sobre qué hicieron después, que queda al descubierto con los tickets de los peajes por los que transcurrió el convoy de la Guardia Civil y que evidencia que, al contrario de lo declarado, tanto los coches camuflados con los detenidos como los Patrol regresaron juntos a Intxaurrondo.
6. El informe médico realizado por los forenses del Juzgado de Donostia, a quienes fueron conducidos en la madrugada del 7 de enero de 2008, primero Igor Portu y, después, Mattin Sarasola.
10. El informe de los forenses independientes a quienes se encargó el análisis de las lesiones que mostraban los dos lesakarras. Ese informe no deja lugar a dudas; afirma de forma rotunda que gran parte de las lesiones que muestran ambos «no hubieran podido producirse nunca» según la versión en la que insiste el Ministerio de Interior español.
El relato del testigo presencial de las detenciones, el informe de los peritos independientes y los tickets facilitados por Bidegi desmontan más aún la versión narrada por los quince guardias civiles encausados.
Según señalaba ayer «El País», si se demuestra que las declaraciones fueron obtenidas bajo torturas, Pedraz no podrá imputar a Sarasola y Portu el atentado de la T-4. La «confesión» no fue ratificada ante el juez.
Muy feas debe ver las cosas el ministro de Interior para protagonizar una maniobra como con la que en los últimos días ha tratado de restar credibilidad a las denuncias de Igor Portu y Mattin Sarasola.
La «noticia» saltó el 18 de febrero en «La Razón». En la parte superior de su primera página, el rotativo madrileño titulaba: «`Txeroki' reconoce que las denuncias por torturas de los etarras son falsas». Ya en páginas interiores, hacía referencia a un supuesto documento incautado a Garikoitz Aspiazu, a quien fuentes policiales atribuían altas responsabilidades en ETA antes de ser detenido, en el que éste admitiría que las torturas denunciadas por Igor Portu fueron inventadas. «Lo de las torturas falsas sufridas por Igor en manos del enemigo está en buen camino», dijo «La Razón» que escribió Aspiazu.
Ese artículo, sin embargo, no tuvo eco alguno. Lo cierto es que, más allá de lo inverosímil que puede resultar que un dirigente de ETA tenga en su ordenador un documento con frases de ese tenor, a la espera de ser descubierto por la Policía -incluso admitiendo esta tesis, a Aspiazu no le hubiera costado escribir la misma frase eliminando lo de «falsas» para evitar problemas-, lo cierto es que en las páginas del diario del supuesto documento no había prueba alguna, y sólo aparecía la fotografía de un informe policial que supuestamente contenía la traducción al castellano de ese documento, redactado en euskara. Las traducciones que la Guardia Civil hace del euskara al castellano ya las conoce quien ha asistido a un juicio en la Audiencia Nacional, y en este caso, con quince agentes imputados...
La cuestión es que la información pasó por las redacciones sin pena ni gloria, hasta que el martes pasado «El País» aludía a esa supuesta carta en la misma información que daba cuenta de que el juez ha decidido seguir adelante con la causa penal por las torturas a los dos vecinos de Lesaka.
Ya por la noche, y comprobado que las filtraciones no lograban apagar las valoraciones políticas ni las peticiones institucionales de que se esclarezcan los hechos, Alfredo Pérez Rubalcaba insistía en lo mismo para argumentar que las denuncias son falsas y defender a los quince agentes bajo su mando. Lo mismo sucedió ayer por la mañana.
Lo que sucede, y el ministro español no ha logrado explicar cómo puede ser posible, es que Portu y Sarasola, tras ser detenidos e incomunicados, dieron en su testimonio detalles de lo que les hicieron sus captores -que fueron llevados al río, el amago de ejecución, el disparo en el bosque cerca de Arrasate...- que no hubieran podido dar si no hubieran sido ciertas, y que no se podían acordar de antemano. Por eso, el juez de la Audiencia Nacional dio veracidad a sus denuncias, por eso la causa penal sigue abierta y por eso Rubalcaba ha comparecido tantas veces.