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Patxi Zamora periodista

Uno para todos, todos para uno

El lema de los mosqueteros protagonistas de la novela de Alejandro Dumas es, en opinión de Patxi Zamora, llevado a la práctica por el dinero, la política y los medios de comunicación para sostener los pilares del capitalismo: la injusticia, la desigualdad y la violencia. Frente a ello, el periodista navarro ve en iniciativas como el Foro Social la esperanza de un proyecto verdaderamente de izquierda.

Los pilares de la democracia occidental, o sea del capitalismo, son la injusticia, la desigualdad y la violencia, justo lo contrario a los valores inspiradores, hace más de 200 años, de la Revolución Francesa: liberté, egalité, fraternité. Los poderes fácticos de la democracia occidental en la economía y en la política -siempre a su servicio- defienden sus privilegios y cuentan en este vital desafío contra la humanidad con la inestimable ayuda de sus ejércitos y de las grandes empresas mediáticas. Como buenos mosqueteros, dinero, política y medios de comunicación convergen en el «uno para todos, todos para uno».

Este sistema se aprovecha de la pereza por saber qué pasa de verdad. Además, como afirma el filósofo J.A. Marina, «el poder dominante corrompe porque carece de frenada». Y ese era el papel otorgado por la deontología periodística a la práctica de esta actividad, de «frenada» a los desmanes. La realidad es que quienes controlan la economía han comprado los principales medios de comunicación y los han convertido en una de las mejores herramientas para diluir la crítica, machacar a la oposición y disfrazar de gentlemen a los estafadores profesionales.

Las formas han cambiado, ya no se necesita de la dureza ni del autoritarismo, porque el simple hecho de no pensar como casi todo el mundo intimida. Reporteros de altísimo prestigio como Alma Guillermoprieto dudan sobre el futuro del «oficio» porque nadie se atreve a lidiar con los actuales desafíos del periodismo. «¿Quién se atreve en México a investigar el `narco', si la propia Interpol está corrompida? ¿Cómo no aceptar el chayote -soborno- si los editores no apoyan las investigaciones?» («El País» 1/02/2009).

Los medios abusan de la opinión porque les resulta más barata que la información, y amarran a unos periodistas que se han convertido en lacayos de los poderes a los que deberían controlar. Por eso, como afirma Jean Daniel, fundador de «Le Nouvel Observateur», «la capacidad de hacer el mal que tiene el periodista es devastadora». Henry Kissinger, uno de los hombres más poderosos de la historia del capitalismo, comenzaba sus ruedas de prensa preguntando a los periodistas sin muestra de rubor alguno: «¿tienen ya listas sus preguntas para mis respuestas?».

El lenguaje, utilizado como arma de destrucción política y no como herramienta informativa, se polariza demagógicamente entre las tropas del bien -ejércitos y gobiernos «democráticos»- y del mal -«terroristas» o todos aquellos que se rebelan contra los primeros-. Esta situación nos acerca más a los regímenes autárquicos que a la libertad de prensa. No hace muchas semanas, el líder de la izquierda vasca independentista, Arnaldo Otegi, respondía a las preguntas de Carmen Lira, directora del rotativo mexicano «La Jornada», Giuliana Sgrena, periodista de «Il Manifesto» y al cronista de GARA, Iñaki Iriondo. Pocos medios se han hecho eco de unas declaraciones -no refutadas- en las que aseguraba que la izquierda abertzale habría aceptado la propuesta de síntesis elaborada por los observadores internacionales, de rango alto en la política europea, durante el último proceso de paz para Euskal Herria, propuesta que el Gobierno español habría rechazado. Ante el silencio, la parcialidad, cuando no el boicot activo de los medios a las negociaciones de Loiola, Otegi aseguraba que «sólo concibo un nuevo proceso en términos públicos si previamente hay un pacto entre los medios para que no se publique nada que no esté contrastado entre todas las partes».

Según el INE (Instituto Nacional de Estadística), en los últimos 15 años los beneficios empresariales han crecido el triple que los salarios. Hoy se siguen aprobando reformas fiscales para favorecer a las rentas más altas y se pretende abaratar aún más el despido; según el gobernador del Banco de España, «para mejorar las expectativas laborales de los trabajadores».

En EEUU, una de las joyas de sus finanzas, Lehman Brothers, quiebra y todos sus empleados van al paro sin indemnización, excepto su presidente, Richard Fuld, quien se embolsa, legalmente, 480 millones de dólares. El número dos del Barclays Bank ha recibido 50 millones de euros en primas durante los ejercicios de 2006 y 2007. La Cumbre de Washington, participada por las economías más importantes del planeta, insiste en la salvaguarda de la libertad de comercio y reclama el refuerzo del FMI, la OMC y el Banco Mundial, a su vez máximos responsables de la actual situación de crisis.

La generalización de las corruptelas no se encuentra en la agenda de los líderes mundiales y ha pasado a formar parte del necesario desarrollo del sistema capitalista. La estafa del siglo, protagonizada por Bernard Madoff, que ha arrastrado a miles de personas y empresas, no ha llevado a la cárcel a ninguno de sus responsables. «El propio Madoff mantiene a buen recaudo parte de su enorme fortuna en la sociedad financiera Clearsteam de Luxemburgo», informa el periodista estadounidense Denis Robert. Los paraísos fiscales son la herramienta imprescindible de esta economía criminal que protege la evasión fiscal y el blanqueo de dinero originado por el tráfico de personas, drogas y armas, entre otras, y suponen el 40% de la economía mundial.

El pasado 2 de febrero, la Comisión Europea propuso la desaparición del secreto bancario en los delitos fiscales. Para entrar en vigor, esta directiva tendrá que ser aprobada por unanimidad de todos los estados de la UE. Once años antes, el 4 de mayo de 1998, «The Wall Street Journal» nos informaba de que «Europa se alza en armas contra el lavado de dinero y la evasión tributaria» por plantear una «seria amenaza a la democracia y a la solidez de los sistemas financieros». Luxemburgo y Suiza se abstuvieron de firmar. Ante la crisis, las élites gobernantes han creado miedo y se postulan como las únicas garantes para solventarla. La zorra en el gallinero. Contra esa iniciativa sí existen ideas que habrán de ser avaladas por el debate, la solidaridad y la lucha.

En los últimos Foros Sociales se han reunido distintos movimientos y corrientes ideológicas. Algunos plantean un cambio radical en el modelo de desarrollo para el planeta. Otros, con responsabilidades institucionales como el ministro brasileño de Asuntos Estratégicos y catedrático en Harvard, Roberto Mangabeira, apuestan por una «izquierda del futuro» que democratice la economía de mercado, el FMI, la OMC, el BM, redistribuya la renta y la riqueza, y profundice en la participación ciudadana. En lo que coinciden es en el rechazo a esa buena parte de la izquierda convertida a la causa del mercado como fuente de la felicidad, con un programa igualmente capitalista, «acompañado de una renta moral y narcisista».

La protesta a escala planetaria está renaciendo de entre las cenizas de la miseria económica y ética del capitalismo, con convicción y principios. Los Foros Sociales han abierto la puerta a la esperanza y han puesto de manifiesto que, como afirmara el escritor chileno Marcos Roitman, «la izquierda debe constituirse como una alternativa a la explotación del ser humano y una búsqueda por construir la igualdad en la práctica radical de la democracia. No en una propuesta económica de gestión empresarial, sino en un proyecto ético de vida».

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