Raimundo Fitero
Policía
Volvemos a tener imágenes de actuaciones policiales en las que se demuestra que todo ser humano vestido con un uniforme demencial, entrenado de manera autoritaria, profusamente bañado en soflamas y arengas demagógicas de rotundo contenido finalista se puede convertir en un depredador de cualquier otro ser humano o dicho en términos más concretos en un o una policía capaz de pegar palos a todo lo que se mueva por delante de su camino. No importa la excusa, ni los motivos, se trata de hacer una demostración de fuerza bruta para que no se mueva nadie para manifestarse a favor o en contra de nada de lo que no esté autorizado desde los lugares de control remoto de las libertades, es decir de los centros de represión sean del color político que sean.
Es un error adjetivar. El problema es la policía. No la policía española, catalana, vasca o afgana; el problema está en la estructura social que permite mantener un cuerpo represivo entrenado para servir siempre al poder constituido, sea político, económico, social o religioso. La propiedad privada, ese concepto espúreo llamado seguridad y que nos lleva a la conclusión de que todo es policía es siempre un cipayo, al servicio de otro país, o del capital o de sus sucedáneos que se llaman políticos, consejeros, ministros o sargentos, valga la reducción.
Así que la actuación desmedida de los Mossos d'Esquadra en Barcelona es un episodio más, absolutamente parangonable a los cientos y miles de imágenes que nos ofrece la televisión de la vieja Europa, de la joven América, de la milenarista Asia o de la empobrecida África. Es más, los materiales son los mismos, las botas, semejantes y los conceptos iguales, sean de un régimen abierto, cerrado o mixto. Quizás aquí se agrava porque se trata de uno de los cuerpos policiales, los mossos, a los que más episodios de maltratos, vejaciones, chanchullos y otras manifestaciones de lo que conocemos como abusos policiales se les ha documentado con vídeos. ¿Se acordarán estos salvajes de lo pasado en Grecia hace poco? Lo dicho: policía, policías. Estudien los requisitos para entrar en estos cuerpos, el perfil que buscan, su entrenamiento y no esperen milagros. Cumplen órdenes.