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La fotofobia y las migrañas como inspiración

«Los abrazos rotos»

Tras una comedia esperpéntica como «Volver», Pedro Almodóvar se pone serio y vuelve al drama, guiado por la nostalgia autobiográfica de sus películas de juventud. «Los abrazos rotos» confirma el liderazgo de Penélope Cruz al frente de las chicas Almodóvar, con la incorporación de Carmen Machi, a la que ha dedicado el corto «La concejala antropófaga».

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Mikel INSAUSTI | DONOSTIA

Comenta Pedro Almodóvar que en su largometraje número 17 homenajea al cine, porque siempre que presenta uno de sus estrenos va marcando unas pautas a la prensa para que acabe diciendo lo que a él le interesa. Desde que existen los blogs, esa preparación se ha vuelto mucho más envolvente y abarca todo lo imaginable, así que, antes del día en que toca ir a ver la película, ya conocemos todas sus interioridades. Si se han filtrado muy pocas críticas en las fechas previas es porque Almodóvar nutre a los canales informativos de material propio, mientras que el ajeno debe esperar. En medio de ese silencio externo un tanto tenso que rodea a la definitiva presentación, es como si nadie se atreviera a lanzar la primera piedra.

Las críticas encargadas de abrir el fuego están hechas de evasivas, ya que se limitan a hablar de las características del autor manchego, siempre reconocibles en cada una de sus obras, y no revelan nada novedoso o particular. Entre las vaguedades con las que solventan la obligada e ineludible cita almodovariana se refieren a que resulta fría, pero la colocan entre sus mejores dramas.

Esto último siembra la duda, puesto que soy de los que piensan que lo del manchego es la comedia esperpéntica, y que cuando se pone serio sólo convence a sus incondicionales, la mayoría de los cuales no son muy sinceros.

La aceptación generalizada de cada una de las propuestas almodovarianas, sin hacer grandes distinciones entre las mismas, se debe a que Almodóvar es una marca que vende. Al igual que ocurre hoy en día con muchos estrellados de la cocina de autor, nunca se sabe dónde acaba el arte culinario y dónde empieza el marketing. El manchego es el que mejor promociona sus películas, y con esa labia no es de extrañar que empezara trabajando en Telefónica. Le honra su fiel devoción por los neorrealistas italianos, sublimada por su divulgador interés por el maestro Rossellini, pero parece no darse cuenta de que aquellos eran autores genuinos que se dedicaban a hacer películas y poco más.

Miles de cómplices

En cambio, Pedro es un cineasta mediático, que mantiene un diario abierto al público en el que va contando todo lo que luego acaba reflejando en la pantalla, por eso los intérpretes que trabajan con él forman parte de su mundo, que se sitúa entre lo humano y lo divino. Almodóvar, que supongo que andará mejor de oído que el aislado Buñuel, hace tiempo que ya no conversa y sólo se escucha a sÍ mismo. El otro día montó en cólera contra la prensa del corazón, precisamente él, que tanto le gustan el marujeo y las fotonovelas. Se indignó porque a su llegada a la estación le preguntaban por Penélope Cruz, y no por «Los abrazos rotos». A nadie se le puede negar el derecho al hartazgo y al cabreo, en su condición de famoso que no siempre está dispuesto a soportar el acoso reporteril, pero también es bien cierto que quien siembra vientos recoge tempestades. La utilización que el manchego ha hecho de la imagen de la reciente ganadora del Óscar ha sido descarada, al dedicarle el cartel de la película en exclusiva, mediante una estética pop-art que equipara a su actriz con las estrellas serigrafiadas por Andy Warhol, con Marilyn Monroe como principal referente. ¿Dónde quedan el resto de los personajes, donde quedan los escenarios de Lanzarote por los que tanto dice haber hecho?

Destino turístico

Bien, en respuesta a la segunda parte de la pregunta, no me cabe duda de que el simple hecho de que las playas de la isla canaria aparezcan en una película de Almodóvar ya supone un incremento del turismo. En «Los abrazos rotos» esos escenarios tan telúricos son mitificados por el cineasta, al mostrarlos en paralelo a un visionado en televisión de «Viaggio in Italia», donde Rossellini fundía a su pareja estelar con la lava volcánica.

A la vez concede protagonismo a una fotografía, tomada por el propio Pedro cuando en una de sus visitas turísticas a la isla. Su alter ego, encarnado por Lluís Homar, dispara la cámara creyendo que ha captado una instantánea del paisaje solitario, pero al revelar la foto descubre en la parte inferior a una pareja de amantes, reflejo o extensión de la que él forma en la ficción con el personaje de Penélope Cruz. De nuevo las concomitancias con otro maestro italiano son evidentes, puesto que la situación es calcada de la que servía de «leit motiv» a Antonioni en «Blow-Up».

Y ahora voy con la primera parte de la pregunta planteada, que traigo a colación porque el propio Almodóvar ha declarado que en «Los abrazos rotos» se interesa más por los personajes masculinos que en otras de sus realizaciones, lo que es difícil de creer cuando en el cartel solamente hay una presencia femenina. De todos es sabido que el manchego, aparte de dedicar toda su obra a su madre, se proyecta en sus actrices.

Los chicos Almodóvar suelen pasar bastante desapercibidos, tanto en cuanto son las chicas Almodóvar las que representan la sensibilidad del autor que hay detrás. Ni qué decir tiene que es el doble personaje de Penélope Cruz el que desencadena el melodrama que encierra «Los abrazos rotos», siendo Blanca Portillo la encargada de destapar la caja de los truenos, en su rol de fiel jefa de producción del director protagónico. Es un papel que recuerda muy mucho al de Erich Von Stroheim en «El crepúsculo de los dioses», porque nunca puede faltar la influencia de Billy Wilder, por lo general de forma travestida. Dentro de su nutrido harem artístico, Pedro cuenta con la incorporación de Carmen Machi, cuyo talento para la comedia no podía desperdiciar en uno de sus dramas, salpicado por nostálgicos autohomenajes, la edad es la edad, que vuelven sobre los tiempos alegres de «Mujeres al borde de un ataque de nervios». Para sacar más partido a la reina televisiva de la popular serie «Aida», ha hecho lo que los norteamericanos llaman un «spin off», que es hacer otra película dando protagonismo a un secundario, con la peculiaridad de que se trata de un cortometraje.

El corto «La concejala antropófaga» ha sido la mejor promoción televisiva que Almodóvar ha planificado a lo largo de su carrera, porque la parte del glamour cinematográfico made in Hollywood ya la tenía cubierta con Penélope Cruz. El manchego ha incorporado a Carmen Machi a su galería de actrices de modo retroactivo, convirtiéndola en una de sus chicas del pasado. Es una pieza de repuesto para, por ejemplo, Loles León.

Por lo demás «La concejala antropófaga» es hija de sus primeras películas, sobretodo de «Entre tinieblas». Entonces ponía en boca de unas monjas diálogos mundanos, impropios de una vida de recogimiento religioso. Lo que hace ahora la Machi en su monólogo es decir todo aquello que nunca diría una mujer que se supone que es una concejala de derechas, al menos en público. Utiliza un lenguaje soez que, pronunciado por esta gran caricata del costumbrismo, suena natural.

El buen momento de Rubén Ochandiano

A sus 28 años, Rubén Ochandiano vive la mejor etapa de su todavía corta carrera, al coincidir seguidos los rodajes de «Los abrazos rotos» y «Biutiful», a las órdenes respectivamente de Pedro Almodóvar y Alejandro González Iñárritu, y que tienen en común al director de fotografía mexicano Rodrigo Prieto. A tan estupenda racha ha contribuido su participación en el reparto coral de «Che: Guerrilla», dirigida por el norteamericano Steven Soderbergh. Atrás quedan sus inicios en el cine vasco en películas de Daniel Calparsoro y Montxo Armendáriz, a raíz del premio de Mejor Actor del 2006 por «Tapas». M. I.

LOS DOBLES

Almodóvar revela que el doble es una seña de identidad de la película. Pero no es un sentido moral de la palabra sino como duplicación, repetición o ampliación. El film comienza con una imagen de dobles de luces de los protagonistas.

HOMENAJE AL CINE

El director ha considerado el trabajo como un homenaje al cine. Los protagonistas de esta cinta ruedan una película, que no es otra que la revisión de uno de los primeros trabajos del manchego: «Mujeres al borde de un ataque de nervios».

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