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El hábito hace al monje

«Capitán Abu Raed»

No es un estreno más; «Capitán Abu Raed» es la primera película producida en Jordania en cincuenta años, gracias al impulso personal de Amin Matalqa, formado en los Estados Unidos y que ha regresado a su país de origen para resucitar una cinematografía olvidada. De la mano del veterano Nadim Sawalha, el más internacional de los actores jordanos, hace posible el milagro, representado por un ingenuo grupo de niños que sueña con conocer el exterior.

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Mikel INSAUSTI | DONOSTIA

Es una gran responsabilidad comentar una película de tanta trascendencia histórica como «Capitán Abu Raed», por ser la primera producción hecha en Jordania en cincuenta años, que se dice fácil. Y, como sucede en otros tantos países, el milagro se ha debido al impulso personal de un realizador formado en el extranjero, ya que Amin Matalqa vive en los Estados Unidos.

Al no existir un cine jordano, ni una industria del sector audiovisual mínimamente constituida, el realizador debutante ha tenido que contar con un equipo internacional. Era la única manera de sacar el proyecto adelante, y lo que le interesaba a Matalqa era rodar en su país de origen con la esperanza de ayudar a levantar una cinematografía inexistente.

El tener residencia norteamericana le ha venido bien, no obstante, para darse a conocer en el Festival de Sundance, donde su ópera prima se llevó el Premio del Público. Al igual que sucedía con la cinta libanesa «Caramel», el medio que tienen estas realizaciones procedentes de países cinematográficamente subdesarrollados es el de utilizar un tono amable y condescendiente, que resulte grato al máximo número posible de espectadores.

El veterano actor Nadim Sawalha, el más internacional de todos los jordanos, se encarga de dotar a su capitán de un carisma y una empatía que calan hondo en la audiencia. Por si con sí solo no bastara, el hombre tiene como aliados a un infalible grupo de actores infantiles, unos niños ingenuos y deseosos de escuchar fabulosas historias de viajes que les hagan soñar con otros mundos, aunque no falte el pequeño envidioso que no soporta la felicidad ajena y les vigila con malicia y peores intenciones. La vida en los paises árabes no es fácil y el dolor se cuela en medio de la esperanza, tal como lo reflejan los contados personajes adultos, especialmente el de la auxiliar de vuelo, cuyo deseo de realizarse como mujer piloto encuentra muchos obstáculos en una sociedad tradicionalmente machista.

Todo empieza con una gorra

Abu Raed es un empleado de la limpieza en el aeropuerto de Amán, al que le cambia la vida el día en que se encuentra tirada una gorra de piloto de avión y se la coloca en la cabeza. Desde ese momento los niños del barrio le tomarán por un verdadero capitán de aviación, y él, en lugar de decepcionarles, les sigue el juego encantado.

El hombre es un fabuloso contador de relatos a los que imprime un cierto aire de verosimilitud, gracias a que su trabajo en el aeropuerto le permite estar en contacto con viajeros que le describen sus idas y venidas, así como el personal que maneja los aviones y siempre tiene en su currículum experiencias que se pueden calificar de auténticas y excitantes aventuras.

Lucha contra el sexismo

Su amistad con la auxiliar de vuelo le permite conocer de primera mano cómo es ese mundo por dentro, aunque la mujer se mueve en una realidad sexista, en contra de la cual intenta aportar una modernidad tendente al cambio progresivo de las costumbres más ancladas en el pasado. Es una representante del contacto con el exterior, de la penetración de ideas que vienen de fuera.

Los niños desean saber cosas sobre lo que ocurre fuera de sus cerradas fronteras, y de ahí que necesiten creer en las historias que les cuenta Abu Raed, porque lo desconocen prácticamente todo y sienten una lógica curiosidad por la sociedad occidental, a la que imaginan como un paraíso consumista para la infancia, con regalos y tecnología punta. Pero la moraleja de la película, si es que la tiene, es la de que lo importante a veces no es conseguir los bienes materiales, sino que vale más alimentar la capacidad innata de soñar, de imaginar otras realidades.

INICIOS DEL CINE

Con la intención de poner los cimientos de la producción cinematográfica en su país, el director jordano buscó producción para un guión comercial. «La clave reside en hacer películas, comerciales, inteligentes y de calidad que atraigan al público».

Nadim Sawalha, El actor más internacional del panorama jordano

El actor jordano Nadim Sawalha, que tiene 74 años, se trasladó a Gran Bretaña, desde donde ha participado en producciones internacionales y también en la industria de Hollywood. Se le puede ver en repartos de películas conocidas a partir de comienzos de los 70, destacando su participación en algunos trabajos reconocidos como: «Un toque de clase», «El regreso de la Pantera Rosa», «El viento y el león», «La espía que me amó», «Elliot», «El secreto de la pirámide», «La calle de la media luna», «Alta tensión», «La isla de Pascali», «Los vengadores» o «Syriana». M. I.

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