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«El Brujo» considera que su gran suerte ha sido poder trabajar en el teatro «sin ser de la secta»
Ni Premios Valle-Inclán, ni Premios Max. Rafael Álvarez considera que su suerte es poder haber vivido del teatro sin formar parte de «esos tipos de saraos» que, según explicó, le producen cansancio.
GARA | MÁLAGA
«El Brujo» tiene una visión alternativa del teatro. Eso demostró ayer cuando el actor Rafael Álvarez aseguró que su «mayor privilegio» y la «gran suerte» de su vida profesional y personal ha sido «haber podido trabajar en el teatro sin ser de la secta» ni tener que acudir a actos como la entrega de los Premios Valle-Inclán o los Premios Max. «No voy a ningún tipo de saraos, porque me canso», dijo. De hecho, considera «una liberación no tener que estar en esas cosas para vivir».
«El Brujo», que presenta ahora «El Lazarillo de Tormes», en versión de Fernando Fernán-Gómez en el Teatro Alameda de Málaga, añadió que «sienta mal una cena de tres horas, en la que te dicen dónde te tienes que sentar, y te puede caer al lado un plasta». «Imagínate que te cae al lado (Federico) Jiménez Losantos. No es cuestión de ponerse a discutir de política, y hay que hacer el paripé», señaló.
Por eso, asevera que él se retiró del teatro «hace tiempo» y que lo que hace es desarrollar su «propio arte en los teatros, pero al margen de la movida de los teatros». «No echo de menos el teatro, el cine ni la televisión, y tengo la suerte de no tener que hacer series de televisión. Hice `Juncal', que me lanzó a la popularidad en su momento y disfruté».
El actor, que se prodiga especialmente en monólogos, considera que ha montado «un estilo, una forma y una manera de trabajar en solitario» y que el tipo de trabajo que quiere hacer «sólo se puede hacer solo, trabajando en solitario como actor, pero con un equipo impresionante». También cree que en cualquier actor hay un «proceso natural de destilado a medida que domina los recursos», en el que tiende a quedarse «con lo esencial».
En el caso de «El Lazarillo de Tormes», se trata de «un baúl y un hombre hablando, y ya lleva dieciocho años» desde su primer estreno en 1991. A su juicio, esta obra se puede «repetir toda la vida», mientras que con otras obras en las que ha trabajado «a los quince días» se preguntaba «qué hago aquí repitiendo estas tonterías de diálogos». Según adelantó el propio actor, ahora prepara para el Festival de Mérida un texto a partir del Evangelio de San Juan que supondrá «una reivindicación de su fuerza literaria, poética y espiritual al margen de su patrimonialización por parte de una determinada confesión religiosa».
El Brujo aseguró que aunque la obra «El Lazarillo de Tormes» se estrenó hace 18 años, se podría seguir repitiendo toda la vida. Añadió que con otras obras, sin embargo, a los 15 días ya dudaba de su sentido.