Jon Santacana amplía sus recursos para alcanzar su primer globo de cristal
Jon Santacana es el primer esquiador vasco en adjudicarse el Globo de Cristal. Medallista paralímpico y mundial, el donostiarra ha ganado también la competición de la regularidad que corona al más completo. Su deficiencia visual no le ha impedido recorrer y ver mucho mundo.
Miren SÁENZ
Ha vivido un invierno inolvidable con la conquista del Globo de Cristal, el trofeo mapa mundi que corona al campeón de la Copa del Mundo, y su brillante actuación en el reciente Mundial de Corea. Tras casi una década sorteando las competiciones internacionales, la máxima distinción le llega con la madurez deportiva de sus 28 años. El donostiarra y su guía Miguel Galindo culminaron el domingo en la estación canadiense de Whistler una estupenda temporada en la Copa del Mundo de esquí alpino para discapacitados con su primer triunfo absoluto. Además se adjudicó la supercombinada, el supergigante y el gigante, finalizó segundo en eslalon y tercero en el descenso. Ni el canadiense Chris Williamson, ni el italiano Tomaso, ni los jóvenes eslovacos que vienen pisando fuerte han podido con el vasco.
Integrado en la categoría B2, la intermedia, puesto que la B1 es para los ciegos totales, mientras la B2 y la B3 son para deficientes visuales con mayor o menor grado de agudeza visual, Santacana explica que a la hora de manejarse por la ciudad es bastante autónomo «con mis problemas, pero desarrollas tus trucos para moverte. Esto cambia cuando te pones los esquíes para bajar a 100 kilómetros por hora. Allí se limita todo mucho. Veo justo a Miguel, aunque incluso en momentos de la bajada lo pierdo. A veces actuamos por reflejos», reconoce.
La conexión entre ambos es absoluta. En siete temporadas trabajando juntos han desarrollado una compenetración que les otorga ventaja respecto a parejas de esquiadores menos experimentadas. Galindo formó parte del equipo español de válidos antes de pasar a ejercer de guía del vasco. Comparten edad, habitación, costumbres y miles de horas de entrenamiento que han contribuido a desarrollar una estrategia similar cuyos resultados se demuestran en la pista. Pese al sistema de los comunicadores, a través de los cuales el guía puede anticipar algunos detalles, «casi no nos hace falta hablar, lo intuimos todo», admite Santacana.
Metódico y perfeccionista apuesta por la regularidad del circuito blanco: «A los Juegos Paralímpicos y a los Campeonatos del Mundo se les da más importancia. Pero para mí, completar las quince carreras de la Copa del Mundo y terminar primero en el global me parece mucho más difícil». Lo dice un asiduo al podio. De los Juegos de Salt Lake City'2002 regresó con un oro y un par de bronces, de los Mundiales su cosecha de medallas es más abundante, las últimas un oro y dos platas. En un deporte en el que las victorias se deciden por centésimas de segundo, el esquiador donostiarra recuerda que en Corea quedaron segundos en descenso por una centésima.
Pese a su predilección por el gigante y el eslalon, Santacana ha dado muestras de ser el más completo con su dominio en la supercombinada, disciplina novedosa desde esta temporada, y su mejoría en las pruebas de velocidad -descenso y supergigante-.
Cosas de familia
Alguien que ha sabido sobreponerse a los golpes deportivos -dos meses antes de los Juegos de Turín'2006 se fracturó tibia y peroné y llegó a la última prueba- y a los de la enfermedad cuando con ocho años le diagnosticaron una deficiencia visual -stadgard-, encontró en el esquí alpino toda una forma de vida y una salida profesional alimentada desde la infancia. Su abuelo materno, Antonio Maiztegui, que ahora ronda los 85, fue campeón vasco navarro en una época en la que ellos mismos se fabricaban esquíes y bastones de madera. Después, cuando Santacana tenía 10 años, sus padres se compraron una autocaravana y los fines de semana frecuentaban la nieve. Autodidacta, seguía con interés a los chavales organizados en clubes pensando que «por mi problemática yo no podría hacerlo. Hasta que me enteré de que había un equipo para discapacitados y aquí estoy, desde 2000».
«Lo que ha cambiado este deporte desde que yo empecé. Las competiciones y la estructura a nivel internacional. Antes éramos un mundo aparte con los olímpicos y ahora, aunque no estamos a la par, si tenemos otras posibilidades». A él, su inclusión en el Plan ADOP le ha permitido ejercer de profesional. Instalado en Barcelona en un piso compartido, ha aparcado temporalmente sus estudios de INEF y fisioterapeuta para centrarse en el esquí. Conciliar ambas facetas se le estaba haciendo demasiado cuesta arriba. Tiene grandes ilusiones para los Juegos de Vancouver'2010, próximo gran objetivo donde prolongar su buena racha.