Gorka ANDRAKA Periodista
El maletero del fin del mundo
Donde digo viajo, digo escapo. El turista huye, cueste lo que cueste. Para conocer, devora. Para disfrutar, compra. Viajar era un placer hasta que eliminamos las distancias. Hoy nos movemos a tal velocidad y con tal sinsentido que ni nuestras maletas pueden seguirnos. Desventajas del progreso en estos tiempos que vuelan.
«Viajar, perder países», fantaseaba el sabio Fernando Pessoa. Viajar, perder maletas. La organización que defiende a los pasajeros de aviones en Gran Bretaña, Air Transport Users Council, ha presentado este martes su último informe sobre equipajes perdidos. En 2007, según los datos aportados por las propias empresas, las aerolíneas europeas extraviaron 42 millones de maletas en todo el mundo. En 2005, fueron 30 millones. La Comisión Europea ha abierto una investigación urgente y, «de confirmarse estas alarmantes cifras», endurecerá las indemnizaciones que reciben los usuarios en estos casos.
El viajar se va a acabar. Por nuestra seguridad. Algunas maletas, maletas malditas, nunca regresan, desaparecen para siempre. En 2007 fueron 1.2 millones. Una silenciosa y bárbara catástrofe aérea. Más de 3.000 maletas huérfanas cada día. ¿Qué habrá sido de ellas? ¿Han rehecho sus vidas? ¿Siguen volando? ¿Dónde están enterradas? ¿Nos esperan del otro lado? «Si alguien me encuentra, sea donde sea, / que busque, por favor, / una oficina / de sujetos perdidos», suplica el poeta Abel Murcia. Y no exagera. Todo viaje, y la vida lo es, conlleva sus pérdidas. Pero en este loco mundo, bájese quién pueda, nadie tiene ya garantizada la vuelta. Y donde digo maletas, digo pasajeros. Buen viaje y, por supuesto, feliz regreso.