A qué juega el PSOE? Me parece una irresponsabilidad mayúscula el modo en que ha encarado la reforma del aborto. Sabía, más que de sobra, que este asunto iba a ser una batalla campal. Pues bien, la batalla ha estallado antes de tiempo y su duración va a ser bien larga, porque todavía ni siquiera existe el Proyecto de Ley como tal. ¿A qué ha venido el Comité de personas expertas, la audiencia pública que ahora pretende con las asociaciones y todas esas estrategias administrativas que lo único que conllevan es demorar la nueva Ley? ¡Qué casualidad! Justo con este tema le sale la vena democrática, en lugar de legislar directamente. Si lo que quería era cubrirse las espaldas, podía haber basado la reforma en el derecho comparado de nuestro entorno, que al final es lo que va a hacer. No se tuvieron tantos escrúpulos con la Ley de Partidos, tan controvertida jurídicamente que bien merecía, cuando menos, un comité de constitucionalistas.

Irresponsabilidad bien compartida con la jerarquía de la Iglesia católica, que ahora se encuentra en su salsa dirigiendo la «santa cruzada» contra el aborto. Como siempre, no se limita a dictar doctrina para sus fieles, sino que pretende interferir -a través de una campaña demagógica, agresiva, burda... y con movidas múltiples y presumiblemente multitudinarias- en lo que le corresponde al poder legislativo del Estado. Por falta de financiación no va a ser. Nunca ha estado mejor que gobernando el PSOE. El Ejecutivo de Rodríguez Zapatero ha incrementado un 34% la cuota que sus fieles pueden destinarle mediante el IRPF.

La misma irresponsabilidad con que el Papa, en su viaje a África, dice que el preservativo no ayuda a reducir la propagación del SIDA sino que favorece su expansión. Este es un grave problema que afecta a millones de personas y para los que una institución con dinero, poder e influencia como la Iglesia católica, debería aportar soluciones reales y no discursos morales y, mucho menos, propagar falsedades. El condón, según ONUSIDA, es el medio más eficiente para reducir la transmisión sexual del virus y, en ningún caso, favorece su expansión. Estas afirmaciones del Papa son un sabotaje a los esfuerzos, de por sí insuficientes, de gobiernos, organismos internacionales y ONGs en su lucha contra esta pandemia y, más, cuando se dice que en el continente africano vive el 67% de las personas portadoras del virus en el planeta.

Benedicto XVI ni ha mencionado el que cada vez sean más las mujeres infectadas por el VIH, ni la situación de violencia y desigualdad de las mujeres en África. La violación, el ataque sexual y las circunstancias que hacen que las mujeres se vean imposibilitadas para negarse a mantener relaciones sexuales no deseadas o exigir prácticas sexuales sin riesgo son importantes factores que contribuyen a la imparable difusión de la epidemia. Claro que el Papa ni mira ni ve a las mujeres como sujetos de derechos sino, únicamente, como el baluarte de su modelo de familia.