El cenagal afgano
Obama presenta una estrategia «multilateral» para Afganistán
Ocho años después de que su predecesor abriera la Caja de Pandora afgana en respuesta a los ataques del 11-S, Obama apuesta por combinar el palo -aumentará su presencia militar en el país- con la zanahoria -ayudas condicionadas a los gobiernos de Kabul e Islamabad-. La nueva Administración defiende un acercamiento regional a la cuestión, que incluya no sólo al vecino Pakistán sino a potencias regionales como China e Irán, en su día en el «eje del mal» de Bush.
Dabid LAZKANOITURBURU
¿Tiene realmente EEUU una estrategia para Afganistán? Barack Obama asegura que sí y presentó ayer un plan «más firme, más inteligente y exhaustivo» con el que encauzar el principal desafío de la política exterior de Washington y de sus aliados.
El inquilino de la Casa Blanca no puso paños calientes a una situación que presentó como «cada vez más peligrosa».
Cocinado a fuego lento prácticamente desde que llegó a la Casa Blanca hace dos meses, Obama presentó una estrategia que supone un acercamiento multilateral al cenagal afgano.
Así, el presidente estadounidense anunció el envío de 4.000 soldados más a Afganistán, que se sumarán a los refuerzos ya anunciados hace un mes de otros 17.000 efectivos que llegarán los próximos meses y que se sumarán a los 38.000 militares estadounidenses destinados ya en el país.
Obama justificó el nuevo esfuerzo bélico emulando a su antecesor en el cargo (Bush) al alerta de que «Al-Qaeda prepara atentados contra EEUU desde sus refugios en Pakistán».
El diario «The Wall Street Journal» filtraba en su edición de internet que el Pentágono está considerando la posibilidad de crear un mando central en el sur de Afganistán -uno de los principales bastiones de la resistencia talibán-, hasta ahora bajo control de generales europeos de la OTAN. Esta decisión, no confirmada durante la presentación de la estrategia de Obama, constituiría una señal de que Washington aspiraría a mantener bajo control las cuestiones militares. El Pentágono no ha ocultado en los últimos meses su malestar por lo que considera «escasa preparación para el combate» de sus aliados.
El emisario especial de Obama para Afganistán y Pakistán, Richard Holbrooke, aseguró, no obstante, que aliados europeos se habrían comprometido en privado a enviar refuerzos al escenario afgano.
Con todo, y más allá de los refuerzos -actualmente hay 75.000 soldados extranjeros en Afganistán, cifra a todas luces insuficientes para soñar con controlar el país-, la estrategia de la Casa Blanca pasa por el adiestramiento de las fuerzas de seguridad colaboracionistas y por el envío de cientos de funcionarios civiles para la pendiente reconstrucción del país.
En esta línea, el presidente estadounidense avanzó en referencia a sus aliados que «pediré a los demás que cumplan su parte» en la cumbre de la OTAN de la semana próxima. Y no pedirá «únicamente tropas, sino más bien capacidades definidas claramente: el apoyo a las elecciones afganas (previstas en agosto), el adiestramiento de las fuerzas afganas y un mayor compromiso civil con el pueblo afgano».
Acercamiento regional
Obama hizo suya la propuesta de acercamiento regional a la cuestión, avanzada hace semanas por Holbrooke y su ya famoso término «AfPak».
Y es que la estrategia de EEUU se centrará también en Pakistán porque «el futuro de Afganistán está inextricablemente ligado al de su vecino».
El Pentágono ha denunciado estos días que agentes del servicio secreto paquistaní (ISI) seguirían ayudando a la resistencia talibán en su ofensiva contra los ocupantes.
En un intento de acabar con el doble juego de Islamabad -que insiste en su alineamiento con Occidente-, Obama ha prometido al Gobierno paquistaní la zanahoria de triplicar su ayuda financiera, hasta llegar a los 1.500 millones de dólares anuales.
Precisó, eso sí, que no se trata de un «cheque en blanco» y exhortó a su Gobierno a actuar contra «los terroristas refugiados en la frontera con Afganistán». «Pakistán debe dar pruebas de su determinación para eliminar a Al-Qaeda y a todos los extremistas violentos que se encuentran en el interior de sus fronteras», urgió Obama.
No obstante, el nuevo acercamiento regional al conflicto va más allá. Así, el sucesor del unilateralista George W. Bush anunció la creación de un Gripo de Contacto que incluirá, junto a los aliados de la OTAN, a los países del Golfo, Rusia, India, China e incluso a Irán.
Tras insistir en que «la seguridad de todo el mundo está en juego», recordó que «ninguno de esos países se beneficia de que exista una base para los terroristas de Al-Qaeda y de que la región caiga en el caos».
Oposición y total rechazo
EEUU necesita de Rusia para sus suministros y del ascendiente del Kremlin sobre las repúblicas centroasiáticas. Más después de las dificultades por las que atraviesa su intento de que Kirguizistán le siga cediendo la base estratégica de Manas.
La invitación a China contrasta, sin embargo, con el repunte de la tensión entre ambas potencias desde la llegada de Obama a la Casa Blanca.
El emplazamiento a Irán es un nuevo gesto de la nueva Administración hacia los responsables de Teherán. Washington busca así reeditar la colaboración bilateral que se registró tras los ataques del 11-S. Y es que Irán, que mantiene lazos con la minoría chiíta y persanófona del oeste de Afganistán, es un rival histórico de los talibán y su rigorismo islamista suní.
Como muestra de esa nueva colaboración, EEUU participó ayer en una conferencia internacional organizada en Moscú bajo la égida del Grupo de Shangai y de la Organización del Tratado de Seguridad Colectiva (OTSC), que agrupa a siete países surgidos del desmembramiento de la URSS.
El nuevo gesto de distensión respecto a Irán -que participará el martes en una conferencia mundial sobre Afganistán en Viena- no fue bien recibido por un grupo de congresistas estadounidenses, que insisten en poner límites a estos intentos de deshielo y urgen a la Administración Obama a que retome la presión de su predecesor contra el programa nuclear iraní de enriquecimiento de uranio.
Al menos medio centenar de personas murieron y 170 resultaron heridas en un atentado suicida que destruyó una mezquita repleta de fieles en Baghiani, en la zona tribal de Khyber, una de las regiones fronterizas con Afganistán. En el templo había casi 300 personas en el momento de la explosión. Ayer, era día de oración. Un kamikaze hizo estallar la carga explosiva que llevaba justo cuando «el imán dijo Allah u-Akhabar (Alá es grande)», relató a AFP Waheed Khan, un agente de policía que logró sobrevivir. «Hubo una enorme explosión. La mezquita entera se vino abajo», manifestó. El jefe de la demarcación tribal, Tariq Hayat Khan, precisó que el kamikaze estaba dentro de la mezquita y advirtió de que el número de víctimas mortales podría ser aún mayor ya que muchas personas estaban atrapadas bajo los escombros.
En la región de Khyber se halla un paso estratégico hacia Afganistán por el que circulan a diario centenares de camiones con combustible y víveres para las fuerzas ocupantes desplegadas en ese país, que han sido atacados repetidamente por los talibán. El presidente, Asif Ali Zardari, y el primer ministro, Yusuf Raza Guilani, condenaron firmemente el atentado, que se produjo poco antes de que Obama anunciase su plan de revisión estratégica para Afganistán y Pakistán.
«No se puede analizar el atentado de hoy -por ayer- fuera de esta tendencia de acciones contra las fuerzas de seguridad y elementos progubernamentales. También se han registrado dos ataques con misiles de aviones no tripulados de EEUU contra objetivos milicianos. Los talibán están enfadados», indicó a Efe una fuente de inteligencia. Hasta el momento, ningún grupo ha reivindicado la autoría.
Pakistán se halla inmerso en una ola de violencia, que en 2008 costó la vida a 8.000 personas.
En febrero, unas 25 personas fallecieron en Dera Ismail Khan, localidad situada en la Provincias del Noroeste (NWFP), tras un ataque contra el funeral de un clérigo chií que había sido tiroteado.
Esta misma semana, el jueves, al menos 10 personas murieron en otro atentado kamikaze en un restaurante de Jandola, en Waziristán Sur.