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Raimundo Fitero

Gomina

Podría escribir sin miedo a la exageración: la quinta primera vez. Es buena actitud enfrentar las cosas como si fuera la primera vez. Y, de hecho, la retransmisión de una carrera de Fórmula Uno por La Sexta, sí era la primera vez que sucedía, por lo tanto hicieron bien en ofrecer un previa muy bien documentada, sobre la historia, los acontecimientos más relevantes, las nuevas disposiciones reglamentarias y todos esos detalles de suma importancia que pronto veremos incorporados al lenguaje de los más conspicuos aficionados en la taberna.

El equipo de locución es básicamente el mismo, con la incorporación de una reportera a pie de pis y alguna ausencia, con Antonio Lobato, el clavo de Tele 5, convertido desde hace ya unos meses en el calvo de La Sexta, demostrando que ha ido aprendiendo un poco de las carreras y que mantiene una suerte de credibilidad no justificada, pero que hace que los legos, los aficionados y los esporádicos vayan añadiendo a su lenguaje algunas palabras y, eso sí, sabe darle un ritmo narrativo en donde se implica, con demasiado forofismo alonsista, cosa que se entiende porque es el producto a vender, la conexión con las audiencias pero que en la carrera australina recibió un baño de sensatez con Martínez de la Rosa, el especialista, probador de la competencia, que tuvo que manifestarse a favor de Hamilton, el actual campeón, diciendo que estaba haciendo una grandísima carrera añadiendo, «ya sé que no se puede decir, que no es lo políticamente correcto, pero como es así, lo digo». Esperemos reacciones de los patrocinadores y la cadena. Una cadena, por cierto, La Sexta que puede amanecer cualquier día de estos abrazada a otra, en una fusión que nos tememos acabe definitivamente con las partes más cañeras de su actual parrilla, para circunscribirse a lo más comercial. Ojalá nos equivoquemos.

Está primera vez fue como las anteriores primeras y decimoquintas veces, solamente que nos parecieron excesivos los cortes publicitarios y el resto, la señal televisiva, es universal, con algún pequeño apoyo particularizado, y la emoción la puso el circuito, los pilotos y las normativas. Un madrugón con hora cambiada añadida.

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