Iñaki LEKUONA Periodista
Una hora en carretera
La regatas de remo entre Oxford y Cambridge nacieron de un desafío entre dos amigos que estudiaban en ambas universidades. Era 1829, y 180 años después la tradición se mantiene muy viva.
Querida Michèlle. Hace tiempo que no te escribo y no por falta de ganas, que ni yo mismo sé el aprecio que te tengo. Pero, circunstancias de la vida, hace hoy justo una semana me acordé mucho de tí. Imagínate qué emoción al comprobar, hora y media después de chupar carretera y a cinco kilómetros de la muga, que uno tiene ante sí una serpiente multicolor de camiones y coches varados sobre el asfalto.
Al principio pensé, ingenuo de mí, que estábamos en vísperas de un día festivo y que por eso los trailers, por llegar cuanto antes a la muga, bajaban por Etxegarate a toda la hostia, tambaleándose a cada curva, que parecía que se le echaban a uno encima. Pero no. El día siguiente no era festivo. Reparé en cuanto llegué al puente del Bidasoa y vi a tus chicos de la Police Nationale apostados en un control de fronteras. Vaya, todo se pega, me dije mirando al control en sentido inverso de la Policía Nacional.
Pero nada que ver, Michèlle. Me volví a equivocar, que no es cuestión de contagios de celo sino de seguridad, que luego supe que tus chicos estaban allí para proteger de un ataque terrorista a los representantes de la Otan que estos días se toman unos vinos en Estrasburgo, a 1.183 kilómetros de Biriatu.
Perdona Michèlle, porque, lo confienso, te injurié con todo el vocabulario que la vida disoluta me enseñó. Perdona porque soy un desagradecido que no aprecia que, a pesar de las distancias, tengamos a la Otan tan cerquita: una hora en carretera.