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«Noto en los artistas tendencia a aburguesarse según van teniendo éxito»

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Coti

Músico

Coti Sorokin (Rosario, Argentina) lleva muchos años componiendo canciones y publicando discos, pero fue el megahit «Nada de esto fue un error», tras trabajar con Andrés Calamaro o Julieta Venegas, la canción que le proporcionó el éxito masivo. El músico argentino publica ahora su quinto álbum, «Malditas canciones», preparado con mimo y en su personal y optimista cocina.

Anartz BILBAO | BILBO

Tras largos años de trayectoria musical, el argentino Coti Sorokin alcanzó notoriedad con el festivo y alegre single `Nada de esto fue un error', al que pretende dar continuidad con el esperanzador «Canciones Malditas» (Universal, 2009), doble disco con 10 temas en formato físico más 7 en digital, cuyo lanzamiento está previsto para mañana martes, 31 de marzo.

Con el éxito logrado con el anterior, las espectativas con este nuevo trabajo serán muy altas. ¡Menuda presión!

Es curioso. Sí que las expectativas son más grandes, como me pasó con el disco anterior, pero el éxito, lejos de presionarme, me genera más libertad y tranquilidad para hacer las cosas como tengo ganas de hacerlas. Y no lo siento como presión, en ningún momento lo sentí así.

El éxito del que hablamos, le habrá cambiado mucho la vida.

El hecho de que te vaya bien y de que haya gente sensible a lo que haces te va dando cierta libertad, pero desde que hice mi primer contrato discográfico como solista yo siempre puse la condición de tener la libertad de hacer lo que quisiera y cuando lo quisiera. Por lo tanto, el éxito no me ha cambiado demasiado. Sí que me ha cambiado en que me pueda comprar la guitarra que quiero o todas las guitarras que quiero, ese tipo de comodidades o gustos personales y artísticos, pero en definitiva sigo conservando lo importante.

Hablemos de «Canciones Malditas». ¿Cómo se gestó?

Me tomé el trabajo y el compromiso de hacerlo de una manera artesanal y de grabarlo en mi casa con mi guitarra, haciéndome partícipe de todo el proceso y no desligándo esa responsabilidad en otra gente a sueldo, porque hay una cuestión artística en medio y yo me siento mucho más cómodo comprometiéndome con ella.

Lo grabó usted íntegramente.

Se grabó en mi estudio, con mi ingeniero y con mi hermano, componiendo las canciones, tocando los instrumentos, haciendo los arreglos, la producción... metiéndome a saco y dejándolo todo en el disco. Así lo sentía y así lo he hecho. Al empezar con las maquetas, me fui entusiasmando cada vez más y comencé a ligarme con el proceso de la grabación del disco. Al hacerlo de esa manera, es la misma persona quien lo va haciendo por capas y no tiene a cinco o seis músicos tocando a la vez, por lo que demora más tiempo y el trabajo resulta más artesanal. En definitiva era una cuestión de compromiso con el disco y al realizar la producción en mi casa la encaré de manera distinta, muy hogareña y personal. Por otro lado, la parte internacional la puso Tom Lord Alge, un ingeniero que lo mezcló y que ha trabajado con bandas potentes como Coldplay, Rolling Stones.

Parece haber disfrutado mucho del proceso.

Lo disfruté muchísimo. Voy notando cierta tendencia en los artistas, que ha medida que a uno le va yendo mejor se va aburguesando, desligando y delegando el trabajo en productores, músicos, ingenieros... Y no es mi manera de hacerlo, no me interesa hacerlo así. No me divierte ni jugar a la play ni mirar la tele mientras otros están grabando mis trabajos. Prefiero hacerme cargo y ser el culpable de todo lo bueno y lo malo de mis discos.

Pongamos el disco en el reproductor. ¿Qué nos ofrece?

La continuidad a los trabajos anteriores esta dada por el tipo de canciones, la manera de usar las palabras y las melodías, y de interpretarlas. El quiebre, por otra parte, está primero en el extraño formato mixto, digital y físico. Además, creo que tiene un sonido más sofisticado y producido, más sutil. Es un disco largo, con 17 temas, y el espectro es muy amplio, con rancheras, canciones tangueras o rock & roll puro y duro: es un mundo muy abierto. En cuanto a las colaboraciones, Pereza y Sidonie participan en una canción.

Un mundo en el que se aprecia un aire fresco y optimista.

Mirándolo en la distancia, con ese título promete ser más maldito, pero la realidad es que me ha salido un disco esperanzador. Creo que tiene que ver con una cuestión inconsciente mía de ser enfermo optimista, hasta resultar casi un defecto. Pero es real y así lo siento. El optimismo es una cuestión de actitud, y no es vacío ni frívolo sino todo lo contrario, es una actitud de vida de pensar que el mañana es mejor.

¿Lo escucharemos en directo este verano?

En mayo viajaré a Argentina y México y en verano giraré por el Estado español, con los mismos músicos que me acompañan en los últimos siete años. Estoy traduciendo ahora las canciones para llevarlos al formato de directo, cosa que no es fácil porque el disco es más complicado y sofisticado, con todos sus detalles. Pero está resultando bien y tengo ganas de tocar.

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