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«Salvar a niños de la guerra es una obligación, nunca un delito»

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Emilie Lelouch Voluntaria de L'Arche de Zoé

Emilie Lelouch (París, 1976) y otros cinco compañeros de asociación abandonaron Chad, hace ahora un año, tras recibir una medida de gracia presidencial. Hoy en libertad, pero a la espera de un proceso judicial en Francia tras el intento fallido de evacuación de 103 niños procedentes de Darfur, ha publicado un libro en colaboración con la editorial vasca Gatuzain. Bajo el revelador título de «¿Nacidos para morir?», relata cómo vivió unos sucesos que provocan antes y ahora un fuerte debate sobre los límites del derecho humanitario.

Maite UBIRIA |

25 de octubre de 2007. 20.30 horas. Un teletipo urgente de AFP da cuenta del arresto de media docena de voluntarios y colaboradores de la ONG francesa L'Arche de Zoé cuando trataban de abandonar Chad con 103 huérfanos de Darfur. En París, la secretaria de Estado para los Derechos Humanos, Rama Yade, reacciona de forma expeditiva y tacha de ilegal una operación, sin duda controvertida, sobre cuyos entresijos habla en primera persona Emilie Lelouch.

¿Este libro es una terapia personal o un intento desesperado por hacer llegar sus razones a la opinión pública francesa?

El hecho de escribir un libro, transcurrido un año desde nuestra salida de la cárcel en Chad, permite abordar lo ocurrido con un cierto prisma, pero también es cierto que escribir ha sido una necesidad vital tanto o más importante que reivindicar nuestra verdad.

Entonces y ahora ustedes insisten en desmentir la principal acusación que se les hace, en el sentido de negar que los niños fueran huérfanos de Darfur.

El nuestro es un asunto político, el juicio al que se nos va a someter dejará en evidencia que eso es así. Desde el principio se ha insistido en que los niños eran chadianos y en que no eran huérfanos. Todo para evitar el debate de fondo, para no abordar la crisis de Darfur. Si los menores tenían familia alguien tendrá que explicarnos por qué cinco meses después de nuestra detención la mayoría de ellos seguían en orfanatos.

En su día se habló de practicar pruebas de ADN.

Hubiera sido algo deseable, pero nunca se hizo.

La palabra de las autoridades de Chad contra las de unos militantes a los que los medios retratan como «locos iluminados». ¿Qué defensa les queda ?

La mejor, la de saber que esos niños eran de Darfur, porque nos los confiaron responsables de sus poblados, porque hicimos todo tipo de contraste para cerciorarnos de ello. En todo caso, qué mayor prueba que la absoluta confianza que esos niños nos demostraban en la convivencia diaria o durante su traslado hacia una zona segura.

Habla de vivencias, de experiencias subjetivas. ¿No añade ello más dosis emocional a un caso que provoca ya una fuerte reacción en la opinión pública?

Hemos vivido con esos niños, en un campo de acogida, hemos convivido con personas que iban y venían de Darfur y que nos han ayudado a elaborar fichas muy completas y contrastadas de todos ellos. Por lo demás, insisto, el testimonio de los niños de más edad y su relación con nosotros ponen en entredicho toda la campaña sobre el rapto contra su voluntad y la ausencia de familia demuestra que sí eran huérfanos.

«Rapto de menores en África para su adopción en Europa». ¿Cómo desmienten las acusaciones que se plantean contra ustedes en relación al destino de esos menores?

Más de 200 personas, de ellas una docena vascas, se aprestaron a acoger a esos menores. Tras meses de campaña de criminalización y algunas visitas policiales a horas intempestivas apenas una decena de ellas ha presentado denuncia contra L'Arche de Zoé, y negando siempre que se les hubiera prometido que podrían adoptar a los niños. Hay pruebas materiales, con documentos firmados en los que se habla de acoger a niños evacuados de una zona guerra para los que se tramitaría ya en Francia el estatuto de asilo político.

«Unos europeos salvan a unos niños africanos». Esa imagen ha sembrado recelos hacia ustedes incluso entre los sectores más comprometidos con la solidaridad internacional.

Eso es comprensible si nos ajustamos a un guión negros-blancos del que nosotros huímos claramente. Hablamos de personas que viven en un país en paz que ayudan a otras a salir de un país en guerra. Hablamos de la Convención de Ginebra. Nuestra acción fue límite, nadie lo niega, pero es que la situación que tratamos de presentar ante el mundo era y es límite. No cometimos ningún acto ilegal, evacuamos a niños en peligro inminente de muerte. Eso es una obligación, no un delito.

«La ayuda humanitaria sirve para comprar armas». Esa denuncia ayudó a Kouchner a sensibilizar a los europeos ante la hambruna en Biafra. Pero a ustedes los medios les han condenado desde el principio...

En Darfur se reproduce ese mismo canje infernal. Los gobiernos calman conciencias con ayudas que no llegan a los que las necesitan y que son distribuidas por grandes agencias que no pueden evitar que ese círculo se repita. Nosotros denunciamos esa distorsión de la acción humanitaria que permite que la Cruz Roja reciba donativos de Total cuando en Darfur se mata y muere por petróleo.

SUDÁN

«No tenemos gran esperanza en el proceso al régimen sudanés, pero resulta revelador que el TPI reproche crímenes de guerra al responsable sudanés de la acción humanitaria»

francia

«Los políticos y los medios denostan al Gobierno o al sistema judicial chadianos, pero les creen a pies juntillas cuando dicen, sin aportar pruebas, que los niños no eran de Darfur»

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