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Burbuja económica, burbuja política

Las burbujas económicas que han ido sucesivamente conformándose y pinchándose durante la última década son uno de los factores que más claramente explican la crisis actual, siendo la burbuja inmobiliaria creada en los Estados Unidos y reproducida en Gran Bretaña, Irlanda o el Estado español su último episodio y quizá el más grave. La moderna ingeniería financiera, desarrollada entre otras cosas para insuflar «aire» a esas burbujas -más correcto sería decir dióxido de carbono o, directamente, humo tóxico-, ha sido la que ha terminado por reventar la máquina de los milagros financieros. Milagros que conllevaban la peor de las miserias humanas para una gran mayoría; realidad evidente que, no obstante, quedaba oculta tras la ostentación de una opulenta minoría. La explosión de la crisis ha mostrado lo inviable del modelo y la necesidad de construir una alternativa tanto a nivel económico como político.

En ese contexto, la cumbre del G-20 ha mostrado que a la vez que se resquebrajaban los fundamentos del sistema económico capitalista también se resentían las condiciones que han posibilitado durante las dos últimas décadas que EEUU ostentase una peligrosa hegemonía geopolítica a nivel mundial. La propia cumbre ha reflejado un mundo más multipolar, donde países importantes como China o Brasil adquieren nuevo protagonismo. Sin embargo ese mundo no será necesariamente más democrático.

Y es que los líderes mundiales siguen empeñados en aplicar recetas económicas dirigidas a paliar los efectos de la crisis, en vez de dirigir sus esfuerzos a enmendar la profunda crisis política que ellos mismos han promovido. En consecuencia, los mandatarios mundiales han decidido dar protagonismo a un FMI que está en la base de la crisis económica en vez de intentar atajar o siquiera discutir la crisis de, por ejemplo, las Naciones Unidas. Al priorizar el aspecto financiero renuncian a resolver la raíz económica y política de una crisis que es sistémica. La agenda establecida muestra que esos líderes siguen cómodos viviendo en su particular burbuja.

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