Maite SOROA | msoroa@gara.net
Ahora, contra las familias de presos
Para nadie es un secreto que el Gobierno español está dispuesto a apretar todas las clavijas de que disponga para castigar al independentismo irredento vasco. Ahora la han emprendido con los familiares de presas y presos políticos y aspiran a retirarles la pequeña subvención que reciben para compensar el dineral que les cuesta la dispersión.
En «El Correo Español» y «El Mundo» se felicitaban ayer por ello.
Según el editorialista de «El Correo Español», «la decisión del Gobierno central de recurrir la concesión de ayudas a los presos de ETA por parte del Ejecutivo vasco es una iniciativa acertada e ineludible que ya debería haberse adoptado en años anteriores». Y describe así esas ayudas: «Unas subvenciones inadmisibles, porque hieren la memoria y dignidad de las víctimas al presentar a sus ver- dugos como paganos de una situación injusta o inmerecida». Olvida el pájaro que las ayudas son para familiares de presos. Debería tener más cuidado al referirse a ellos como «verdugos».
También había alegría en las páginas de Opinión de «El Mundo». Según el escribiente de Pedro J. Ramírez, «el recurso presentado desde la Abogacía del Estado del Gobierno central contra el decreto que autoriza el pago de las ayudas a los familiares de ETA evidencia la determinación de Rodríguez Zapatero de actuar contra el entramado social de la banda terrorista». O sea, contra las familias.
Luego se pone en plan teórico de la cosa: «Estas ayudas económicas van más allá de una mera contraprestación para compensar los gastos de los desplazamientos para visitar a presos de la banda armada. Esta partida económica es un guiño a uno de los colectivos que, hasta la fecha, han conformado el frente social de legitimación de la banda terrorista y sólo en clave política se explican los gestos de los Gobiernos de Ibarretxe hacia un grupo muy concreto de vascos. Hace bien el equipo de Rubalcaba en ampararse en la Ley de Víctimas para acabar con una subvención al entorno etarra». Mejor me callo lo que se me ocurre decir.