Su odisea ha quedado como uno de los hitos más extraordinarios de la lucha por la supervivencia a lo largo de la historia de la humanidad. Ahora, casi un siglo después de aquella gesta, los visitantes que acudan al Museo Marítimo de Bilbo podrán apreciar en todo su valor la magnitud de aquella aventura extrema. Una exposición realizada por el American Museum of Natural History de Nueva York y que permanecerá en el museo bilbaino hasta el 12 de julio, recoge de forma muy didáctica y amena las terribles vicisitudes que tuvieron que afrontar los miembros de la tripulación del Endurance, con el capitán Ernest Shackleton al frente, en la expedición que en 1914 intentó llevar a cabo la primera travesía a pie en la Antártida.

«Se buscan hombres para viaje peligroso. Sueldo bajo. Frío extremo. Largos meses de completa oscuridad. Peligro constante. No se asegura retorno con vida. Honor y reconocimiento en caso de éxito». Con este anuncio, el explorador Shackleton reclutó a los miembros de aquella legendaria expedición que, tras superar un sinfin de penalidades, lograron salvar sus vidas gracias al liderazgo del británico, a la capacidad de superación frente a las adversidades de los veintisiete tripulantes y, ante todo, a la solidaridad que mostraron todos los miembros del grupo.

Penalidades

Bajo el título genérico de «Atrapados en el hielo», la exposición recoge la más completa colección de material fotográfico y cinematográfico de Frank Hurley, el miembro de la tripulación que inmortalizó aquella odisea. Se trata de un total de 167 fotografías en blanco y negro y en color que se han hecho a partir de las placas y negativos originales de Frank Hurley, así como del álbum de fotografías que se realizó a bordo del barco Endurance.

Las penalidades de aquella expedición comenzaron en el Mar de Weddell, cuando su barco quedó atrapado entre el hielo antes de llegar a la costa. Meses después vieron cómo el barco era engullido por aquella masa helada y comenzaron a moverse en busca del continente antártico. Sin embargo, la inestable capa de hielo les dificultaba el avance. Así que el 9 de abril de 1916, dieciocho meses después de su salida de Europa, los expedicionarios partieron en tres pequeños botes salvavidas rumbo a la isla Elefante, a donde llegaron tras siete días de navegación por unas aguas infernales. Una vez allí, y sabiendo que ninguna nave de rescate llegaría hasta ellos, Shackleton escogió a cinco marineros para dirigirse a los centros balleneros de Georgia del Sur en busca de ayuda. Tras 17 días de peligro extremo y otras 800 millas náuticas, llegaron hasta la estación ballenera donde, poco después, Shackelton partía con un barco con el objetivo de rescatar al resto de miembros de la tripulación que se habían quedado esperando en isla Elefante.

Espíritu de supervivencia

El comisario de la exposición, Jerónimo López, destaco el «coraje, la determinación y el espíritu de superviviencia de aquellos hombres» y el valor didáctico de la muestra como «ejemplo de superación ante las adversidades».

Un recorrido por la exposición permite apreciar aspectos de su vida cotidiana en aquellas terribles soledades e, incluso, imágenes proyectadas sobre un bloque de hielo que irá creciendo en grosor a lo largo del tiempo de permanencia de la muestra.

«Atrapados en el hielo» ofrecerá, además, otras actividades complementarias como proyecciones y materiales interactivos; visitas guiadas por invitados de excepción, como el comisario de la exposición Jerónimo López, el navegante Unai Basurko, o el alpinista José Carlos Tamayo. Las actividades se completan con un ciclo de documentales y una conferencia sobre «Liderazgo en tiempos de crisis», a cargo de Roberto Quiroga, experto de Naciones Unidas.