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Félix Placer Ugarte profesor en la Facultad de Teología de Gasteiz

Aberri Eguna en tiempos críticos

Ante la inminente celebración del Aberri Eguna, el autor hace un amplio análisis de coyuntura con Euskal Herria como sujeto no inmune a los graves problemas económicos de orden mundial, y con las especificidades que le confiere su naturaleza de nación sin Estado. Propone audacia para alcanzar acuerdos políticos de calado.

Desde su primera celebración en 1932, el día de la Patria Vasca ha sido, a lo largo de estos años, la expresión de la soberanía de este pueblo, la afirmación de su identidad, la reivindicación de sus derechos colectivos. Con diversos acentos, estilos y motivaciones, según la coyuntura política de las diversas épocas de nuestra reciente historia, este día ha reunido -y también, en ocasiones, dividido- proyectos, objetivos y formas de lucha para la realización política de Euskal Herria.

Al finalizar la primera década del siglo XXI, el Aberri Eguna sigue siendo referencia simbólica que motiva a vascas y vascos, y a personas solidarias con este pueblo para reclamar sus derechos seculares tantas veces negados y todavía no recuperados. Los sentimientos y convicciones que mueven a tantas y tantos abertzales en esta fecha son la expresión de la democracia plena por la que han luchado y siguen hoy reclamando. Objeto de censuras y prohibiciones, permitida hoy por la legalidad vigente, sigue siendo sin embargo denuncia de una situación donde las exigencias básicas de libertad, de democracia, de soberanía, de autodeterminación, de euskaldunización no se realizan.

Precisamente los tiempos conflictivos que atravesamos en economía, en la situación política, social y cultural, dan al Aberri Eguna de este año un relieve especialmente significativo. Para todas las personas y colectivos que buscamos un proceso integral en libertad, igualdad, justicia y paz es patente una honda preocupación en este momento en que están en juego derechos individuales y colectivos de quienes constituimos la base social y popular de Euskal Herria. Una vez más son las capas más débiles y pobres de nuestra sociedad, trabajadoras y trabajadores, quienes cargan con las peores consecuencias de una crisis social generada por los abusos del explotador sistema capitalista, sus multinacionales y especulaciones financieras, como denuncia Herria Abian! Es todo un modelo de sociedad y de mundo, sustentados en las falsas relaciones de un mercado neoliberal, del beneficio y consumo, en definitiva, de la ley del más fuerte, lo que ha provocado el estallido de una crisis anunciada.

Las consecuencias y causas políticas son inseparables de ese modelo globalizado que los países poderosos mantienen con ingentes inyecciones de capital en los bancos de cuyas especulaciones financieras dependen los flujos económicos. El G-20, reunido estos días en Londres, ha superado sus discrepancias iniciales para reafirmar el sistema sobre el que los estados se apoyan y del que dependen protegidos por estructuras armamentísticas como la OTAN.

Euskal Herria está situada dentro de esa galaxia económico-política y, como un satélite, gira atraído por la ley de la gravedad de la masa capitalista con el peligro de desaparecer en ese agujero negro al igual que otros pueblos minorizados del mundo, con sus culturas y lenguas. Sus repercusiones políticas se han hecho especialmente patentes en las últimas elecciones de la CAV y sus resultados son el síntoma de un estatus donde se pretende ir anulando la específica realidad vasca para reafirmar la españolidad como referente definitivo de la sociedad vasca. La conciencia de pueblo, su territorialidad, su cultura, el euskera -cuya Korrika con masiva participación ha enlazado estos días Euskal Herria-, sus derechos colectivos dejan de ser objetivos del previsto gobierno implantado con los votos de un sesgado Parlamento a costa de unos escaños antidemocráticamente anulados por razón de estado y de su Ley de Partidos. Estamos, en consecuencia, no sólo ante una crisis económica y política, sino sobre todo ética, de evidente ausencia de valores que socava la justicia integral, base de la relación entre personas, la dinámica de una economía solidaria y los derechos de los pueblos minoritarios ante los actuales estados.

Tres conocidos colectivos -Herria 2000 Eliza, Comunidades Cristianas Populares y Coordinadora de Sacerdotes de Euskal Herria-, con el deseo de colaborar para conseguir que se realice la justicia que ponga fin a la injusticia origen de tantos conflictos y sufrimientos, pedían en un reciente escrito (no publicado por los medios) a «partidos políticos, sindicatos, movimientos sociales y populares que impulsen un proceso conjunto de avance social y cambio de modelo económico para ofrecer respuestas solidarias a la crisis socioeconómica con atención prioritaria a las personas y colectivos más desfavorecidos». Instaban a «los poderes de los estados español y francés a que actúen con audacia y valentía, por encima de intereses electoralistas, hacia soluciones dialogadas sin restricciones con todos los agentes implicados en el conflicto vasco». Afirmaban «la necesidad y urgencia de suprimir toda violencia en cualquiera de los ámbitos donde hoy se ejerce y cuya espiral no se detiene, reconociendo por parte de los estados español y francés a Euskal Herria como sujeto político y su derecho de autodeterminación, así como los derechos de todas las presas y presos y, consecuentemente, el cese definitivo de la actividad armada de ETA, como pasos imprescindibles -subrayaban- para un proceso de paz que desea un amplio sector del pueblo vasco. Corresponde a toda la ciudadanía vasca en los distintos herrialdes, con sus peculiaridades, asumir y ejercer su derecho a proponer y decidir las auténticas soluciones para la resolución definitiva del conflicto y desarrollo de Euskal Herria en libertad y democracia». Porque, concluían, «son, en definitiva, el diálogo y la negociación los únicos instrumentos válidos y eficaces en una democracia auténtica para avanzar hacia la solución del conflicto desde la igualdad de participación política de todas las alternativas, dentro del respeto de todos los derechos humanos individuales y colectivos».

Estas propuestas éticas proponen y plantean un cambio profundo, audacia y autotransformación, en partidos y grupos abertzales que conduzcan a decisiones políticas de calado, compartidas por una amplia mayoría, conjuntadas, basadas en los derechos individuales y colectivos, en la democracia plena y en la ética política. Pueden ser un paso cualitativo y determinante hoy que, dejando en evidencia una vez más las posiciones de Estados y gobiernos, avance hacia la auténtica paz por las vías de la justicia desde la libre decisión de Euskal Herria.

Este año el Aberri Eguna tiene, por tanto, dentro del contexto actual, un especial y urgente significado en sus reivindicaciones nacionales unitarias y plurales, tal como propone Nazio Eztabaida Gunea. Es un día de esperanza, de impulso, de utopía viable donde se unen fuerzas para lograr un decisivo compromiso solidario y transformador para Euskal Herria. En una sociedad plural y laica, donde la fiesta del Aberri Eguna ha dejado de tener, como es natural, sus iniciales connotaciones religiosas del domingo de Pascua, no deja de existir también una conexión profunda desde la perspectiva liberadora creyente en donde confluimos quienes intentamos buscar y hacer realidad con esperanza y fe en Euskal Herria un mundo justo y solidario entre las personas y los pueblos.

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