Eugenio Etxebeste Arizkuren "Antxon" Militante independentista vasco
Una visión crítica
Etxebeste analiza el documento de situación política hecho público por el sindicato ELA con motivo de la inminente celebración del Aberri Eguna. El histórico militante vasco discrepa del análisis de ELA cuando el sindicato califica de «estratégico» el derecho de autodeterminación, y apuesta sin ambages por «aunar fuerzas sobre un planteamiento independentista -creación del Estado Vasco-».
Como todos los años en el entorno del Aberri Eguna, el sindicato ELA presenta a la sociedad vasca un documento sobre situación política y sociolaboral que, como siempre, me ha llamado la atención para lecturas pausadas y reflexivas. En la resolución aprobada por el Comité Nacional, influenciada por la situación económica y el llamamiento de huelga general realizado conjuntamente con LAB y otros sindicatos para el 21 de mayo, nos encontramos con las clásicas críticas al modelo autonómico vigente, a la gestión del mismo realizada por el nacionalismo gobernante en Gasteiz, a la estrategia represiva y de negación del Estado, a la lucha armada.... y una referencia alternativa basada en la apelación genérica a la colaboración y acumulación de fuerzas abertzales sin, contradictoriamente, mencionar la convocatoria unitaria que izquierda abertzale, EA, Aralar y organizaciones sindicales y sociales han realizado para este Aberri Eguna.
En este cuadro reflexivo no hay ninguna novedad aparente pero, en cambio, me han llamado la atención algunos conceptos y cuestiones que, con interés constructivo, me parece obligado plantear.
En primer lugar el documento de ELA señala que «es urgente situar el derecho de autodeterminación no como mínimo exigible sino como objetivo estratégico, y vincular en torno a él a cuantas fuerzas sociales, sindicales y políticas lo defienden». Es evidente, y puedo compartir, que sólo una acumulación de fuerzas sociales, sindicales y políticas -sin entrar en el orden- puede encauzar y consolidar, en el desarrollo del proceso político, el reconocimiento nacional y el respeto a la voluntad democrática de la sociedad vasca, pero considero conceptualmente un error caracterizar el derecho de autodeterminación como «estratégico».
El derecho de Euskal Herria a decidir su futuro político, económico y social es, lo hemos dicho muchas veces, un derecho democrático para regular las relaciones de la ciudadanía vasca en su estructuración institucional interna y externa (Estados, Europa...) y no puede catalogarse como objetivo estratégico. Máxime cuando, tras el agotamiento del modelo autonómico en Hego Euskal Herria o el sistema administrativo en Ipar Euskal Herria, el movimiento abertzale está en la obligación de ir interrelacionando objetivos tácticos -marco democrático- con modelo político, institucional y social estratégico. Es decir, no se puede eludir en ese planteamiento la apuesta por las diferentes opciones posibles: independencia, federalismo, estado asociado, soberanías compartidas, autonomía...
Así pues, me parece necesario que en esta fase podamos concebir una acumulación de fuerzas con voluntad trasversal para exigir y establecer una estrategia eficaz en el objetivo de lograr el reconocimiento nacional y la autodeterminación, pero las opciones abertzales tienen, también, la obligación de impulsar alianzas con proyección estratégica, determinando el modelo político a ofrecer y trabajar en la sociedad vasca. Es decir, aunar fuerzas sobre un planteamiento independentista -creación del Estado Vasco- que tendrá, evidentemente, «estaciones» previas también a ir concretando progresivamente.
Los «unionistas» que nos niegan hoy el derecho de autodeterminación tienen un modelo estratégico claro (autonomía en el Estado español), el PNV que puede reclamar el «derecho a decidir» también se decanta estratégicamente en ese «estar cómodo en España» con un «reconocimiento nacional» como terapia para neutralizar un abertzalismo convertido en mero regionalismo. Lo que no entiendo es que ELA catalogue la autodeterminación como objetivo estratégico y evite definir lo que sí es realmente estratégico: el modelo político e institucional donde desarrollar su proyecto sindical y de cambio social. ¿Por qué esa tendencia a ocultar el planteamiento estratégico y confundirlo con la propuesta táctica desde el plano abertzale? Es evidente que ELA, como cualquier opción abertzale, tiene que tener respuesta política a una pregunta de perogrullo: ¿derecho a decidir para qué?
En esa misma frase hay una palabra que ha merecido, también, mi atención. Habla ELA de «vincular» en torno al derecho de autodeterminación fuerzas sociales, sindicales y políticas. Entiendo que en un documento de esta naturaleza no se desbrocen diseños de acumulación y activación fuerzas sociales, sindicales y políticas, pero también entiendo que nos ha llegado el momento de hacer un «aterrizaje» definido para saber de qué habla cada cual. De aclarar esa «vinculación», cómo es, cómo se determina, cómo se «dirige» y cómo se capitaliza en el ámbito institucional y social. El abertzalismo necesita pasar de «lugares comunes de discurso» a contrastes y debates que puedan ser operativos y eficaces. Cada uno con su espejo retrovisor, pero hablando claro.
En segundo lugar, señala el documento que «debe ser la activación social firme en pos del derecho a decidir, y no la oferta de una negociación política, la que nos permita arrancar del Estado nuestra Soberanía». No hay proceso soberanista sin revisión del modelo de resolución. Acepto de entrada que todos tengamos que reflexionar sobre lo que ELA denomina «modelo de resolución» pero me parece que su obsesión contra la «negociación política» le lleva a un extremo de incongruencia manifiesta. Estoy de acuerdo que la activación social es determinante para «arrancar» al Estado nuestra soberanía, pero también será imprescindible situar una negociación política -cuyo sujeto, interlocutor y destinatario último sea el propio pueblo vasco- como instrumento de resolución. ¿O acaso ELA apuesta por un modelo insurreccional de toma de poder político, de insurrección social de sus miles de afiliados, ertzainas...? Ni ha sido ni creo que ésa vaya a ser su opción. En lo que sí estoy de acuerdo y hay que poner manos a la obra es en cómo establecer una negociación política con la activación social como motor y garantía determinante de la misma.
Finalmente se valora muy positivamente, cuestión en la que coincido plenamente, la lucha abertzale en Ipar Euskal Herria por la Laborantza Ganbara. Con esta consideración me preocupa que ELA, como sindicato mayoritario y en el espacio estrictamente sociolaboral, no se plantee iniciativas, propuestas... que, en colaboración con otros sindicatos, permitan en Hego Euskal Herria avanzar hacia un Marco Vasco de Relaciones Laborales y Protección Social que posibilite darle forma a una estrategia nacional por un Espacio Socioeconómico Vasco. ¿Es que no se puede hacer nada? ¿Es que no se puede trabajar en el diseño y referencia de instrumentos sociolaborales como sostén de una nueva fase política? ¿A qué esperar en materias y responsabilidades específicas? La posición del sindicalismo abertzale con el CES, CRL... es clara y correcta -similar a la de ELB con la Cámara agraria francesa en Ipar Euskal Herria- pero ¿cuál es la propuesta y dinámica a plantear para un modelo alternativo en Hego Euskal Herria? Me sorprende, pues, que detrás de esa apelación a la modélica lucha en Ipar Euskal Herria no haya ningún indicador ni referencia que dote a ese reflexión de coherencia en la propia intervención y responsabilidad de ELA.
Con todo ello, en el marco de un Aberri Eguna influido por la «ofensiva unionista», felicitar a ELA y LAB por el esfuerzo realizado para una convocatoria de huelga general donde el sujeto vasco y su clase trabajadora quieren no solamente denunciar a los responsables de la crisis económica y sus consecuencias, sino aunar adhesiones y compromisos por un cambio social que en Euskal Herria siempre estará ligado a un auténtico cambio político.