Nazio Eztabaida Gunea, y tras ella un centenar de ciudadanas y ciudadanos de Euskal Herria, ha conseguido el pequeño milagro de congregar en un mismo acto a la mayoría soberanista vasca.

En estos tiempos en que la pérdida de un gobierno -de sólo eso, o de todo eso- se equipara a ojos de los cesantes a un terremoto, cobra mayor relevancia ese otro movimiento telúrico, más discreto, menos altisonante, que ha propiciado este encuentro entre Irun y Hendaia.

Este Aberri Eguna que ha concitado apoyos tan mayoritarios, claro está entre quienes no tienen otra patria que Euskal Herria, cobra un significado especial, porque viene a constatar que aquí y ahora es posible, desde medios y visiones distintas, tejer un trabajo compartido con el que, de partida, poner coto al catastrofismo político.

Los del pucherazo ultiman su asalto a palacio. Sí. Pero la respuesta a la crisis concita encuentros largamente esperados.

Por eso, en Gaztelu Zahar asistiremos hoy a todo menos a una ceremonia trasnochada. Hilaridad provocan los epítetos con que los negadores de otras patrias que no sean la propia disimulan la incomodidad que les causa nuestro Aberri Eguna.

Y es que por mucho que unos nos amenacen y otros nos aturullen con sus agonías particulares, cuando nos encontramos de norte a sur y de este a oeste, las gentes de este país respiramos con bastante más facilidad.

Y ya se sabe que una buena oxigenación del cerebro es indispensable para pensar con lucidez, sin sucumbir a la sensación de ahogo que provoca ese «yo porque sí» que se nos anuncia hoy tras tantos años de «yo o el caos». Siempre, por cierto, con el objetivo común de apartarnos del terreno de juego real en que se decide nuestro futuro.

Somos peregrinos y sabemos hacia dónde vamos. Desde Santiago lanzaremos hoy un abrazo cerrado a cuantos están lejos, a quienes fueron y a quienes son para que mañana siga existiendo un pueblo sobre tierra vasca.

No somos ni plañideras ni profetas de oportunidades perdidas, que, por cierto, pueden abonar el futuro. Estamos en la Bahía de Txingudi, miremos al norte. Hasta rozar a esa Escocia que con su referéndum abrirá la urna de la autodeterminación en ésta nuestra parte de Europa.