Cuando termine el derbi entre Osasuna y Athletic todavía quedarán 24 puntos en juego. Mucho margen, pensarán algunos, como para certificar la permanencia. Sin embargo, de lo que suceda en El Sadar puede depender, muy mucho, que se vea la botella medio llena o medio vacía.

Una victoria significa quedarse a apenas dos de conseguir el objetivo, mientras que no rascar nada traerá consigo caer al furgón de cola, del que los vizcainos llevan mucho tiempo fuera y al que los navarros no quieren ni por asomo volver a caer. Incluso un empate podría satisfacer a ambos, dependiendo de terceros resultados, si bien nadie piensa de inicio en contentarse con esa posibilidad.

El estadio iruindarra va a acoger a dos escuadras con diferente rumbo en los últimos tiempos, aunque habrá que ver cómo incide esa dinámica en el juego y resultado final.

Los anfitriones, con la moral por las nubes tras obtener su primer triunfo foráneo, con fútbol en sus botas y viéndose por primera vez en toda la temporada con algo de tierra de por medio respecto a la quema. Además, Camacho podrá contar con el equipo de gala tras superar sus problemas algunos tocados de entre semana -el mismo once que ganó al Atlético y con un banquillo en el que estarán Puñal y Miguel Flaño-, si bien con la mosca detrás de la oreja por ver a los suyos demasiado confiados. «Hay un poco de relajación y todavía no hemos hecho nada. Espero que aprendamos de lo que ocurrió ante el Sporting», avisó explícitamente.

Los visitantes, con algo más de margen de error -muy poco-, la disputa de una final copera a tiro de piedra y un bajón de juego que a punto estuvo de costarles muy caro ante el Mallorca hace una semana. Junto a ello, Caparrós no podrá alinear ni a David López ni a Ion Vélez. Toquero ocupará la plaza del de Tafalla. Visto así, daría la impresión de que los rojillos parten con ventaja, pero las trayectorias de bien poco sirven en un encuentro tan especial como el de esta tarde. Porque para eso es un derbi.