«Los rusos consideran a las ONG agentes de poderes extranjeros»
Friederike Behr es investigadora de la ONG Amnistía Internacional, especializada en libertad de expresión, tortura y derechos de los activistas. Desde hace seis años trabaja sobre el terreno en Rusia, y durante el año 2008 ha desarrollado su actividad en el Cáucaso Norte.
Ricard ALTÉS |
¿Qué representa ser activista en Rusia?
A diferencia de los países europeos, donde los activistas están muy comprometidos e incluso forman parte de partidos políticos, en Rusia resulta muy difícil colaborar a este nivel con una organización no gubernamental (ONG), a raíz del miedo y los problemas que crean las autoridades. Tenemos casos de colaboradores que ocupaban cargos en la Administración y que se han visto obligados a abandonar nuestra organización por presiones políticas. Pero eso es tan sólo un pequeño ejemplo de la infinidad de obstáculos con que nos encontramos para desarrollar nuestra actividad.
¿Cómo les han afectado las leyes restrictivas en contra de las ONG?
Estas leyes están en vigor desde hace tres años. Eso supuso una excesiva carga administrativa en todas las organizaciones, especialmente durante el primer año, que fue el más confuso. Además, ninguna organización tenía claro si se estaba infrigiendo o no la ley y la incerteza provocó el cierre de muchas ONG.
¿Reciben algún apoyo de la clase política rusa?
Sólo en determinados ámbitos. Por ejemplo, en la lucha contra la violencia racista, concretamente las acciones llevadas a cabo por grupos de cabezas rapadas, que se centran sobre todo contra la población originaria del Cáucaso. Además, con algunos miembros de la Duma, a título individual, mantenemos buenos contactos y hemos colaborado en asuntos concretos, como por ejemplo en la implementación de programas para niños discapacitados.
¿Cuál es la posición del ruso de a pie hacia las ONG?
Desgraciadamente, hay un clamor general de desconfianza hacia las ONG y sus colaboradores, a los que consideran que no trabajan en provecho de Rusia, sino como agentes de algún poder exterior. Además, las ONG son víctimas de provocaciones constantes, contra las que tenemos que luchar.
¿Cuál es la situación de las ONG en el Cáucaso Norte?
Resulta paradójico, pero ha habido algunos avances. Por ejemplo, en octubre de 2008, el presidente Dmitri Medvedev destitu- yó al presidente de Ingushetia, Murat Ziazikov, que detentaba el poder desde el año 2002, y asignó en su lugar a Yunusbek Yevkurov, un relevo aplaudido por todas las organizaciones de defensa de los derechos humanos. Inmediatamente después de la toma de posesión, Yevkurov se reunió con las ONG locales para estudiar la manera de frenar la violencia en Ingushetia, tanto la provocada desde las filas de las fuerzas de seguridad del Gobierno, como desde las de la insurgencia.
Un avance que deben considerar muy positivo...
Por supuesto, el hecho de que sean las autoridades las que den el primer paso para dialogar con las ONG abre una puerta a la esperanza, aunque aún es muy pronto para afirmarlo. Hay que tener en cuenta que, actualmente, Ingushetia es la república con el índice más elevado de acciones violentas, gran parte de ellas perpetradas por las fuerzas de seguridad bajo el pretexto de una pretendida «lucha antiterrorista» y con el apelativo de «operaciones de limpieza». Además, se está produciendo una infinidad de casos de asesinatos sin juicio, torturas, detenciones ilegales e incluso la desaparición de cadáveres.
¿Cómo pueden velar por los derechos de la sociedad civil?
Precisamente, el año pasado se aprobó una ley según la cual los centros de detención pasan a ser de control público, una medida que hace muchos años todas las ONG iban exigiendo. De esta forma, grupos de activistas de distintas organizaciones podrán acceder a estos centros y a las prisiones para velar por los derechos de los detenidos, un paso adelante muy importante que nos permitirá llevar a cabo un control de las vulneraciones de los derechos humanos.
¿Cuál ha sido el resultado de la aplicación de esta ley?
Se ha empezado aplicar en los últimos dos meses, en los que se han realizado dos visitas. Ahora intentaremos ver si es posible visitar los centros sin previo aviso, tal como hace el Comité para la Prevención de la Tortura del Consejo de Europa, el único organismo autorizado a realizar este tipo de visitas en Rusia. De esta forma, quizá podremos luchar contra los muchos casos de detenciones que se están produciendo en el Cáucaso Norte y, especialmente, en Chechenia. De todos modos, aún nos queda un largo camino por recorrer.
«Somos víctimas de provocaciones constantes, muchas de ellas amparadas por las autoridades rusas»
«Paradójicamente, ha habido algunos avances en el Cáucaso Norte, aunque aún nos queda un largo camino por recorrer»