Joseba VIVANCO

Por mucho que los aficionados del Athletic de Bilbao estén orgullosos del poderío aéreo de su ariete Fernando Llorente, sus 1,93 metros de altura que le permiten ser uno de los mejores goleadores de cabeza de la Primera División, no son la `torre' de la Liga. En las canteras de los clubes, los ojeadores buscan chavales talentosos y si tienen una altura superior a la media de su edad, miel sobre hojuelas. Tanto es así que hoy, los equipos buscan, sobre todo en la delantera, jugadores de altura y ya no es extraño toparse con goleadores como Nicola Zigic (Racing) y sus 2,03 m. o el `esquelético' Peter Crouch (Portsmouth) y sus 2,02.

Por mucho Messi e Iniesta que inclinen los partidos, los clubes los prefieren cada vez más altos. El famoso Libro Guinness de los Rércords recogió en 2007 la altura media alcanzada por el once del Werder Bremen alemán, con una estatura media de 1,88 m., destacando dos jugadores de 1,98. Quien fuera seleccionador de Méjico, el manito Hugo Sánchez, pidió a los equipos punteros de su país que busquen jugadores altos. Seguro que ahora en el Almería estará encantado con su goleador Negredo (1,86 m.).

Otros parecen decantarse por lo contrario y sólo hay que observar a la actual campeona europea de Del Bosque y su lista de `bajitos' formada por los Iniesta, Cesc, Xavi, Cazorla o Villa. «La calidad de un futbolista es inversamente proporcional a la distancia entre su cabeza y sus pies», llegó a decir Jorge Valdano, quien siempre pensó que sus 1,86 m. al lado de los 1,65 de Diego Armando Maradona le limitaron en su juego.

Pero lo cierto es que la historia del fútbol mundial no está exenta de estos `gigantones', algunos de los cuales han hecho y siguen haciendo historia. Uno de los jugadores de campo espigados más eficaces que hayan participado en una Copa Mundial fue José Torres (1,93 m.), compañero en ataque de Eusebio en la brillante selección portuguesa que participó en Inglaterra 1966. En el famoso duelo frente a unos norcoreanos mucho más pequeños llamaba especialmente la atención, y llegó a anotar el 5-3 final en la remontada de los suyos.

Un chino, el más alto en activo

Algunos de estos jugadores de envergadura se han retirado no hace mucho, como el delantero costarricense Paulo Wanchope (1,93 m.) o el legendario artillero iraní Alí Daei (1,92 m.), que marcó 103 goles con su selección. Aunque para `larguilucho', el trinitense Dennis Lawrence y sus 2,10 m.

Sin embargo, es hoy cuando más han proliferado estas `torres'. Ahí está el internacional checo Jan Koller (2,02 m.), el futbolista noruego con menos pinta de noruego como John Carew (1,95 m.), los alemanes Per Mertesacker (1,98 m.) y Christoph Metzelder (1,94 m.), el sevillista Frederic Kanouté (1,93 m.), Emmanuel Adebayor (1,92 m.) o el internacional belga Marouane Fellaini (1,94 m.), de 24 años, que está causando sensación en el Everton. Uno de los más cotizados es, sin duda, Zlatan Ibrahimovic (1,92 m.), hace poco nombrado mejor jugador de la liga italiana de 2008. Pero, desde luego, el más productivo de los últimos tiempos de cara al gol es Luca Toni (1,96 m.), del Bayern de Munich.

Nombres consolidados y conocidos del panorama futbolístico que, no obstante, no se llevan la palma en cuanto a ser las auténticas atalayas del deporte rey a nivel mundial. Ese récord se lo ha llevado a sus filas el Bolton inglés, puesto que recientemente se ha hecho con los servicios del hombre al que ya han bautizado como «el Peter Crouch chino».

A punto de cumplir veinte añitos, su nombre es Yang Changpeng y de las botas a la coronilla mide nada menos que 2,09 m. Este delantero todavía no se ha estrenado con el primer equipo, pero puede presumir, precisamente, de ser el futbolista de campo más alto que hay en activo. En este particular ránking de altura, le sigue de cerca el treinteañero portero croata enrolado en las filas del Eskisehirspor turco, Vanja Ivesa, de 2,05 m., muy por encima de los Peter Cech o Van der Sar (ambos, 1,97 m) o más aún del 1,91 m. del rojiblanco Gorka Iraizoz.

El fin, que el sueño de todo futbolista es el de estar en lo más alto, aunque visto lo visto, algunos parecen estar más cerca.