CRÓNICA La militancia arropó a Ibarretxe
El PNV aparca la resurección soberanista y se aferra a su liderazgo
N o hubo resurección soberanista en los discursos peneuvistas del Aberri Eguna que ayer se escucharon en Bilbo. Sus oradores, Ibarretxe y Urkullu, optaron por arremeter contra quienes, dijeron, quieren presentarles como los perdedores.
Joseba VIVANCO
Ni a las 11.30, como anunciaron en la rueda de prensa, ni a las 12.00, como ponía en la página web del PNV. A las 11.45 arrancó el Aberri Eguna peneuvista en la Plaza Nueva bilbaina, poco después de que los primeros aplausos de la mañana y el agitar de banderines saludaran la entrada al recinto de la delegación jelkide. Iba encabezada por un Juan José Ibarretxe que repartía saludos y sonrisas, secundado por el presidente del EBB, Iñigo Urkullu, y otras caras conocidas del partido, entre ellas el alcalde Iñaki Azkuna, que no escatimaba abrazos y besos para sus votantes. «¡Aupa Ibarretxe!» «¡Aupa Azkuna!»... Se escuchaban aislados ánimos de un público entregado donde sobresalían las boinas, los abrigos... y las canas.
Los cencerros de los zanpatzarrak y el baile de los dantzaris dejaron paso a los discursos. «El futuro sólo depende de nosotros», arengaba la presentadora. «¡Aupa Ibarretxe lehendakari!», se desgañitaba una fiel sesentona antes de que una prolongada salva de aplausos recibiera al esperado orador. ¿Sería su último mitin de Aberrri Eguna como anunciaba ayer un diario? Ni una referencia en sus apenas quince minutos de autoconvencimiento de que «nosotros tenemos el liderazgo de la sociedad» y de que «liderar este pueblo lo haremos nosotros».
No hubo, ni en sus palabras y en las de quien le tomó el revelo en el estrado, un solo guiño de resurrección autodeterminista ni soberanista en el PNV. Tan sólo la insistencia, hasta repetirse en exceso, en que «somos el líder natural» o, para aclararlo mejor, de lo que Iñigo Urkullu definiría como «la sociología política de la CAPV-Euskadi», que debe de ser una nueva terminología de país.
El por ahora lehendakari en funciones acompañó su encendido discurso con embates contra quienes han pactado «para quitarme de enmedio». Les llamó «gobierno alternativo», personificado en Patxi López y Antonio Basagoiti, a los que califi- có de «jauntxos». Criticó el «microclima» que ambos partidos han configurado al margen de sus desaveniencias y les espetó, a ellos y a su militancia, que «el líder de este país es el PNV».
«El PSE ha preferido al PP»
A esa «zarzuela española» se refirió después Iñigo Urkullu, quien durante cuarenta minutos puso a prueba no sólo su delicada garganta sino las varices de muchos de los militantes que le escuchaban en pie. El presidente del EBB volvió a insistir en lo dicho por quien le precedió en la palabra y a quien le regaló los oídos esta vez: «La sociedad ha dejado claro que eres el lehendakari de Euskadi». Palabras que fueron acompañadas de otro prolongado aplauso.
Pero más allá de su proclama «hipercrítica con los socialistas» por el pacto que bautizó como «ZPR» (Zapatero-Rajoy), el líder del PNV no pudo ocultar su decepción porque «los socialistas prefieren al PP». «La situación exigía de nosotros el ejercicio de responsabilidad de siem- pre y un ofrecimiento al PSE desde el deseo de abrir una nueva etapa», se justificó. Pero «no lo han querido», lamentó.
Con la voz ya cascada, Urkullu alertó de que la rojigualda pronto ondeará en Ajuria Enea. «¡Ay, virgen!», se sobresaltó una señora. Y «cambiarán el mapa de ETB». Quizá por eso, tras la hora de liturgia reafirmativa en que «somos los líderes naturales», los congregados entonaron con fuerza el ``Eusko ereserkia'', quién sabe si antes de que Basagoiti y López impongan el ``Gernikako arbola'' como himno oficial de esa «CAPV-Euskadi» que el PNV aspira a seguir liderando.