Más de doscientos vascos ofrecen su casa para intercambiar
Yo a Flandes y tú a Sanfermines
Crisis económica y vacaciones son un binomio a veces difícil de compaginar. El trueque de viviendas irrumpe como una opción asequible para los tiempos que corren. Más de doscientas familias vascas ya lo practican. Pero antes hay que asumir que unos desconocidos duerman en nuestra cama y sesteen en nuestro sofá.
Joseba VIVANCO
Tú a Londres y yo a California. ¿Recuerdan la multidifusionada película televisiva? Pues la incipiente alternativa de ocio vacacional que va ganando adeptos también entre las familias vascas bien pudiera titularse tú a Iruñea y yo a Gante. Es el caso de Iñaki Zubillaga, un navarro al que este año le gustaría visitar la región de Flandes. ¿Cómo? Intercambiando su ático de 70 metros cuadrados, de dos habitaciones, en pleno centro de la capital iruindarra, por un alojamiento similar en la región tulipán. «El año pasado pasé unos días en Brujas y alrededores y me entusiasmó», cuenta. Pero no sabe si será posible. «Me están ofreciendo buenas ofertas unos corredores del encierro que son de Castellón y puede que al final les ceda el piso», reconoce. Es decir, que yo a Castellón y tú a Iruñea. Así es el intercambio de casas en vacaciones, una alternativa más barata y que, aunque de manera lenta, suma cada vez más adeptos por estos lares.
Todo comenzó en la década de los cincuenta entre profesores de escuela británicos, franceses y holandeses. Conocidos que, aprovechando sus periodos vacacionales, empezaron a combinar intercambios de sus viviendas, lo que abarataba mucho sus salidas al extranjero. Los ingleses lo empezaron a llamar home swapping y poco a poco fue convirtiéndose en un sistema más eficiente. Uno de sus impulsores, Ed Kushins, fue el autor de la web homexchange.com, la misma que consultaban Jude Law y Cameron Díaz en la película ``El descanso'' y que catapultó en todo el mundo esta forma de viajar y conocer otros lugares.
Hoy, cualquiera puede echar un vistazo en Internet y encontrar numerosas webs dedicadas a poner en contacto a personas que viven a miles de kilómetros de distancia unas de otras y que por el arte de la red pueden terminar intercambiando sus casas por unos días o semanas, en cualquier época del año.
Intercambiodecasa.com, intercambiocasas.com, homeforhome.com, intervacacionesclub.com, intervac.com, gabinohome.com... son sólo algunas de las que nos podemos encontrar en lengua castellana. Un repaso a las mismas nos revela que más de doscientos hogares vascos han colgado su vivienda en Internet para intercambiarla con otras personas. Casas situadas en las capitales pero también en municipios como Zarautz, Mutriku, Getxo, Lekeitio, Legutio, Burlata, Zuasti o Erratzu.
«Pareja de Pamplona (Navarra), `enamorados' de la ciudad de Nueva York, intercambian con matrimonio o pareja una estancia de días en las respectivas ciudades. Vosotros venís a nuestra casa en San Fermín o cuando creáis oportuno y nosotros a la vuestra en nuestras vacaciones... No queremos ni buscamos negocio, simplemente haceros ver lo maravillosa que es nuestra tierra vasca e intercambiar culturas. Somos comunicativos, serios, respetuosos y nobles, o sea, navarros... je, je, je». Es uno de los simpáticos reclamos que podemos leer de una pareja que intercambia su piso de 90 metros.
El procedimiento suele ser similar en todas las webs, algunas de las cuales son gratuitas y en otras, la mayoría, se cobra una tasa de suscripción anual que puede oscilar entre los 45 y 150 euros, por publicar la información del usuario, fotografías y detalles de la vivienda a intercambiar.
Lo único que hay que hacer es registrarse, aportar la mayor cantidad de datos y mostrar los lugares apetecibles a donde viajar. Y ya sólo queda buscar esos destinos, contactar con otros miembros y alcanzar un trato. Todo alojamiento es válido, sea primera o segunda residencia, seas propietario o estés en alquiler.
«Dejar la casa tal y como está», es la regla fundamental, resume María Ángeles Sas, responsable en el Estado español de Intervac, una de las pioneras en este tipo de intercambios. «La gente tiene miedo de que le pinten las paredes o le roben las cosas, pero esto, afortunadamente, no pasa», tranquiliza. Los problemas suelen darse más por malentendidos achacables al idioma y las prisas, y que provocan no entender un mensaje en el que, por ejemplo, te decían que debías cortar el césped o dar de comer al gato.
De cualquier modo, si es la primera vez, se recomiendan ciertas precauciones, como dejar las llaves a un familiar o amigo para que las entregue, recoja y eche un vistazo a la casa a la partida de los invitados; cerrar bajo llave cosas personales; firmar un contrato de intercambio que las webs ofrecen, donde se aclare el uso del teléfono, luz, limpieza... Y a viajar.
Joseba Etxeberria intercambia un apartamento de 65 metros, a un paso de la donostiarra playa de La Concha. Se dio de alta hace dos meses y sólo ha tenido una oferta firme desde Zaragoza. «Lo oí por primera vez a un amigo que había hecho un intercambio con un país europeo y la experiencia le resultó fenomenal. Le cedieron el coche, una casa de cine, todo perfecto», cuenta. Así que decidió probar suerte. «Tenemos costumbre de viajar unos días en febrero, Semana Santa y agosto -junto a su compañera y una hija de cuatro años- y quizá una escapadita en diciembre. Y para mantener esta costumbre me pareció una solución perfecta», explica.
¿Y qué le comentan sus conocidos? «Existe un cierto reparo entre la gente a ceder tu propia casa. Supongo que es un tema de mentalidad y de confianza en el prójimo», responde.
Iñaki Zubillaga confía en intercambiar su piso en Iruñea aprovechando los Sanfermines. Él también conoció esta posibilidad gracias al boca a boca. «Lo decidí por un amigo que tengo en Valencia. Él lo hizo y le salió genial. La verdad es que que venga alguien a mi casa me preocupa en cierto modo, por eso prefiero que sea gente mayor, porque a unos chavales no les dejaría». Soltero y sin problema de fechas, el intercambio de casas le ha abierto unas posibilidades ilimitadas a su afán viajero.
Europa y América, sobre todo, desde una villa paradisíaca en la isla mejicana de Cozumel a un apartamento en Washington a cien metros de la Casa Blanca, los reclamos apetitosos no escasean en la promoción de estas webs. Seguramente luego no será tan de película, pero lo que no cabe duda es de que se trata de una fórmula más barata, maleable y enriquecedora.
Una casa de 160 metros cuadrados en Gernika, un duplex de 120 metros en Zarautz o un chalet en el valle de Ultzama son algunas de las ofertas que nos podemos encontrar entre los vascos que se han animado a esta otra forma de conocer mundo, sea a unos cientos de kilómetros o a miles. ¿El destino? Cada cual es libre de soñar y, si hay suerte, hacer ese sueño realidad.
Puede ser un apartamento en Castellón, pero también en Nueva Zelanda. «Nos gusta viajar, conocer sitios nuevos, vivir otros ambientes» es la única justificación que ponen Federico e Itziar, navarros de 55 y 50 años, respectivamente, y con tres hijos de 18, 15 y 13 años. «Nos gusta viajar», lo sintetiza aún más la pareja guipuzcoana formada por Ainhoa y Carlos, de 41 años, y con la «alegría de sus vidas», Maddi, de sólo 5.
El yo a Boston y tú a California lo pone en este caso cada cual. Los responsables de las webs afirman que quien prueba, repite.