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La fiebre del póker sigue creciendo y se expande velozmente por bares y locales de Euskal Herria

La progresiva implantación del póker en Euskal Herria parece no tener límites. Pese a no ser un juego de cartas típico de nuestra tierra, su aceptación en la sociedad está siendo muy rápida. Cientos de personas juegan ya a diario en bares, locales o por internet.

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Asier VELEZ DE MENDIZABAL

En los últimos tiempos, el póker está causando furor en Euskal Herria. La práctica de este juego se ha extendido como la pólvora por bares, locales privados y salones recreativos, sobre todo entre la población juvenil. En cierto modo, este juego originariamente estadounidense está logrando desbancar al mus, el juego de cartas por antonomasia en nuestra tierra. El calado en la sociedad está siendo tal, que en la CAV ya han organizado una asociación amateur de jugadores de póker, JAPE, que aglutina a sociedades lúdicas de diversas localidades de Araba, Gipuzkoa y Bizkaia. Ya han organizado varios acontecimientos sociales importantes en torno a este juego de cartas, en los que han tratado de aunar gastronomía y póker, como una «Sagardotimba», en la sidrería Usabal de Tolosa, o el satélite al Campeonato de Poker de España (CEP), que el pasado año reunió a cerca de cien jugadores en el frontón Beotibar de Tolosa.

«Internet ha posibilitado que en Euskadi se vaya conociendo el juego por una serie de gente curiosa. Esos pioneros han ido contagiando su locura poco a poco a otros y el germen del póker parece que ha hecho mella definitivamente aquí. Lo que está claro es que la gente tiene hambre de póker. Está de moda», explica Rubén Alzola, impulsor del portal de internet Euskadipoker, que actualmente tiene más de 300 usuarios y ofrece todo un abanico de posibilidades e información sobre este juego de cartas.

«Inicialmente se fundó Euskadipoker en una reunión de amigos allá por la primavera de 2007 con la idea de crear una red social de jugadores y compartir experiencias para enriquecernos e ir aprendiendo y profundizando más en este apasionante juego. Más tarde se formó JAPE, que es una asociación registrada como tal en los organismos pertinentes y que promueve y respalda los torneos que se han venido organizando fuera de los casinos vascos», señala Alzola, quien añade que la idea de cara al futuro es que JAPE «se convierta en un ente propio, quizás de carácter federativo, que aglutine y regule a los diferentes clubes que han ido surgiendo en este tiempo».

Lo cierto es que la situación legal entorno a este juego de cartas en el que las apuestas según en que ambientes pueden ser llegar a ser elevadas, es tremendamente farragoso. En el Estado español, cada comunidad tiene su propia normativa, generalmente muy ambigua e imprecisa, por lo que los jugadores muchas veces se mueven en un marco alegal en el que no saben muy bien a qué atenerse. En Cataluña, en los últimos meses se está llevando a cabo una imparable persecución contra los jugadores amateurs, llegando incluso a realizar redadas que se han saldado con numerosas detenciones.

«En Euskadi, hoy en día ni los casinos tienen licencias para jugar mesas de cash o dinero real, por lo que esta modalidad se puede decir que está proscrita. En cuanto a los torneos, de eliminación, los salones recreativos llevan ya un año organizando torneos con cuota de entrada a partir de 110 euros que está teniendo un gran éxito. Desde JAPE organizamos torneos por debajo de los 100 euros de entrada», explica, tras lo que matiza que esta asociación de jugadores de póker «no pretende competir con los salones recreativos ni atacar su negocio, sino montar torneos para hacer posible que los cientos de jugadores sin experiencia en vivo puedan sentarse en una mesa a un precio asequible». «Y todo ello en un ambiente de cordialidad y buen rollo generalizado», recalca quien ha sido uno de los impulsores del fenómeno del póker en Euskal Herria.

Y es que esa imagen de turbias partidas clandestinas entre mafiosos y gángster bajo una luz tenue y una cortina de humo que gran parte de la sociedad sigue asociando con el póker, no es, en palabras de Alzola «sino parte del imaginario popular». «Es una de las mentiras que Hollywood ha convertido en verdad, pero hace muchas décadas que dejó de existir, si es que alguna vez existió», aclara, para a continuación constatar que este centenario juego de cartas se ha convertido hoy en día en «una profesión para muchísimas personas, un deporte para muchos otros y un juego intelectual a la altura del ajedrez para casi todos».

el negocio de internet

No cabe duda de que la red de redes ha sido una de las grandes plataformas de expansión de este juego. El nuevo negocio de apuestas por internet mueve miles de millones anualmente. Prácticamente cada día surgen nuevos portales para la práctica del llamado póker virtual, acompañado de un continuo bombardeo publicitario. Las ofertas y las promociones dirigidas a los jugadores son infinitas. Pese a que la mayor parte de la oferta se vincula a las apuestas con dinero real, el usuario también puede pasar el rato jugando con dinero ficticio. Se estima que cada noche aproximadamente 150.000 personas de divierten jugando a este juego de cartas de manera virtual.

«El póker en internet es un tema aparte y su legalidad también. Es un negocio que mueve muchísimos miles de millones de euros. De hecho, las grandes casas de juego cotizan el bolsa», apunta Javier Iraola, creador del portal Gurepoker, que durante algún tiempo, conformó junto a Euskadipoker una de las páginas web de referencia en el mundo del póker en Euskal Herria. Iraola lleva ya más de dos años trabajando por el fomento y el reconocimiento de este juego anglosajón en nuestra tierra, primero desde la website Gurepoker y más tarde, tras la fusión de ambos portales, desde Euskadipoker.

«Desde nuestro dominio hemos trabajado sobre todo publicitando tanto los torneos organizados por JAPE como los organizados en los casinos, ya que creemos que son este tipo de eventos en vivo y en directo los que más ayudan a que el póker se extienda en Euskadi. Si bien es cierto que en esta zona siempre han existido aficionados a este juego, aunque ocultos, este movimiento ha generado que muchos hayan ido saliendo de sus ordenadores para ir conociéndose y organizando partidas», explica Iraola, quien constata que el jugador actual «es un chaval cada vez más joven de 18 a 25 años que juega habitualmente por internet».

El abanico de posibilidades que se abre en la red, donde el internauta puede llegar a jugar en varias salas a la vez, hace que estos jóvenes jugadores se conviertan en auténticos expertos en póker, por encima incluso de los «intocables dinosaurios profesionales de Las Vegas de toda la vida». Algunos de estos imberbes norteamericanos vienen a jugar al circuito europeo porque en su país la edad mínima para competir es de 21 años.

«Estos nuevos magos se dedican profesionalmente al póker y trabajan durante jornadas de ocho y más horas dedicadas al estudio y a largas sesiones de juego. Todo se basa en la matemática, concretamente en la probabilidad y la estadística, aunque la sicología es también muy importante», concluye Javier Iraola.

La modalidad de Texas Hold'em, la más extendida

De las múltiples modalidades de póker que existen, sin duda la denominada como Texas Hold'em es la que más aceptación está teniendo actualmente a nivel mundial. Tras repartir dos cartas boca abajo a cada jugador, a lo largo de la mano, compuesta de cuatro manos de apuestas, se colocan cinco cartas de manera descubierta encima de la mesa, las cuales comparten todos los jugadores. Se puede jugar con límite de apuestas o sin límite, siendo está segunda la que más triunfa.

El póker, con cierta semejanza al que se conoce actualmente, comenzó a jugarse en Nueva Orleans a comienzos del siglo XIX y fue extendiéndose por toda Norteamérica a través de las barcazas del río Mississippi. Más tarde se popularizó en Europa, donde comenzó a utilizarse la baraja inglesa de 52 cartas. Hoy en día es el juego de cartas al que más se juega en todo el mundo. A. V. DE MENDIZABAL

150

mil

personas juegan al póquer por internet todas las noches. El juego on-line se convierte en un fenómeno que no entiende de fronteras ni nacionalidades.

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