ANÁLISIS SITUACIÓN POLÍTICA EN ALEMANIA
La Gran Coalición de Angela Merkel entra en agonía
Los dos socios de la Gran Coalición que gobierna Alemania, el cristianodemócrata CDU y el socialdemócrata SPD ya han comenzado a preparar su estrategia de cara a las elecciones de dentro de seis meses, mientras el país está sumido en una grave crisis económica.
Ingo NIEBEL
Faltan seis meses hasta que los ciudadanos alemanes sean convocados a elegir un nuevo parlamento pero la Gran Coalición de la canciller Angela Merkel ya ha entrado en agonía. La bronca preelectoral entre los dos socios del Gobierno, cristianodemócratas y socialdemócratas, paraliza el trabajo del Ejecutivo en el momento en el que Alemania se enfrenta a la mayor crisis económica de la posguerra.
La época preelectoral en Alemania es el tiempo o de las promesas - por lo general vacías - o de los regalos gubernamentales cuya factura el ejecutivo de turno pasa a los ciudadanos una vez que se ha conformado el nuevo Gobierno. Actualmente aquellos alemanes, que no pertenecen al grupo de los 3,6 millones sin trabajo y que son amenazados por las severas leyes que les restringen el consumo, se lanzan a comprar como si no hubiera crisis económica alguna. Hacen oídos sordos a los pesimistas que auguran un otoño muy duro con aproximadamente cinco millones de desempleados.
El opio contra estas malas perspectivas es por un lado una subida de las pensiones, por el otro la prima de 2.500 euros que el Gobierno da a cada ciudadano que se deshace de su coche de nueve años para comprarse se otro. En un principio el bipartido de la canciller cristianodemócrata Angela Merkel limitó este regalo a 600.000 personas y sólo a este año pero, por imperativo electoral, ha prolongado el plazo y aumentado el número de beneficiados.
En esta decisón contribuyó también el vicecanciller y ministro de Asuntos Exteriores, Frank-Walter Steinmeier. El socialdemócrata es el candidato principal de su partido, el SPD, para las elecciones generales. Su defecto es que siempre ha sido un hombre en la sombra que desde la segunda fila movió los hilos pero la crisis que atraviesa su partido desde hace algunos años le ha lanzado a la primera fila.
Ahí tiene que perfilarse y para ello no sólo propuso lo de la prima sino también mostró su carácter «diplomático», cuando su correligionario y ministro de Finanzas, Peer Steinbrück, arremtió contra Suiza por la condición de «paraíso fiscal» de la Confederación Helvética. La bronca se convirtió en un rifirafe verbal nunca antes visto entre Berna y Berlín.
Steinmeier cuenta con el problema de que el 50% de los alemanes votaría a Merkel, si la elección fuese directa, y sólo el 23% a él. Los sondeos sitúan a la Unión Demócrata Cristiana (CDU) de Merkel en actualmente 34 puntos, al SPD de Steinmeier en 25 puntos. Como tercera fuerza se ha establecido el Partido Liberal (FDP) con el 17%.
Por su ideología neoliberal sería el socio ideal de Merkel. Los Verdes y el partido socialista Die Linke se mueven al rededor del 10 por ciento. El clima política no permite que los dos últimos formen un tripartito con el SPD.
La posición de Steinmeier se ha empeorado cuando su presidente, Franz Müntefering, pidió públicamente el regreso del ex canciller Gerhard Schröder a la política activa. También arremetió contra Angela Merkel, diciendo que la jefa del Gobierno alemán ha faltado a la palabra dada.
Cualquier tema de importancia es tratado como si el país ya se encontrase en campaña electoral. El clima llegó a tal grado, que el socio regional de Merkel, la Unión Social Cristiana (CSU) de Baviera, pidió elecciones anticipadas. La canciller reaccionó con un rotundo «no». Sabe que para blindar su posición contra los barones regionales de su partido, que aspiran a su puesto, tiene que llegar hasta otoño: en un situación crítica la gente queda con el jefe, por lo mal que fuera. Merkel tiene en su contra al ala conservador de la CDU que no ha comprendido sus ataques al Papa y aquellos empresarios medianos que ven con desagrado que las ayudas multimillonarias son sólo para los grandes, pero no para ellos.
He aquí la razón por la espectacular subida del FDP de diez a 17 puntos que ahora se presenta como a el defensor de los intereses de los empresarios medianos y pequeños. Aún no está claro qué ventaja puede sacar Die Linke de este panorama convulso.