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Hillsborough, veinte años de la tragedia que cambió el fútbol

En 1989, 96 hinchas del Liverpool murieron en una semifinal de Copa. Un estadio obsoleto, la superpoblación de un fondo y la negligencia policial fueron las causas. Esta noche, a las 20.45, los «reds» intentarán homenajearles remontando un 1-3 al Chelsea.

Beñat ZARRABEITIA | BILBO

El fallecimiento, hace escasos días, de 19 personas durante el choque entre Costa de Marfil y Malawi devolvió al primer plano el tema de la seguridad en los estadios de fútbol. Una problemática que vivió su punto más dramático el 15 de abril de 1989 con la muerte de 96 hinchas del Liverpool en Sheffield.

En la segunda mitad de los ochenta, el fútbol inglés padecía una severa crisis. Los hooligans, el éxodo de sus mejores futbolistas a otros países y la prohibición de jugar en competiciones europeas le pesaban como una losa. El origen del problema estaba en la masacre de Heysel. La final de la Copa de Europa de 1985, disputada entre Juve y Liverpool, dejó 39 muertos. La embestida de aficionados reds contra hinchas italianos resultó una trampa mortal.

El Gobierno británico se aprestó a crear un carné de aficionado con el fin de prohibir la entrada de hoolingans, pero fue en vano por la tardanza que ocasionaba cotejarlos. En ese contexto llegó Hillsborough.

El 15 de abril de 1989, Liverpool y Nottingham Forest debían disputar la semifinal de Copa en Sheffield. El estadio del Sheffield United iba a ser testigo de un choque que enfrentaba a las dos mejores escuadras del fútbol inglés en los ochenta. El partido atrajo una importante movilización de aficionados, especialmente reds. En la autopista, las retenciones fueron evidentes. Un hecho que originó una importante ansiedad en muchos hinchas que querían entrar al campo cuanto antes.

Un cuarto de hora antes del inicio, la grada oeste de Hillsborough, más conocida como Lapping Lane, estaba a rebosar. Sin embargo, los fans del Liverpool seguían entrando a una zona pequeña, con pasillos muy estrechos, dividida por barras de hierro que ejercían de rediles y acotado por vallas que impedían el acceso al terreno de juego. En otras zonas del campo, especialmente en las tribunas superiores, aún había asientos libres.

La marea humana seguía entrando y la masacre se estaba gestando. Ocho años antes, en la semifinal de Copa entre Spurs y Wolves, algunos aficionados vieron el partido con sus caras pegadas la valla. La escena se repetía, el pánico se reflejaba en los ojos de gente que estaba siendo aplastada y, a pesar de ello, seguía entrando más gente.

Viendo todo el público que faltaba por entrar, la policía decidió abrir las puertas de Lapping Lane. Fue la peor decisión de todas en un escenario absolutamente inseguro. Al tiempo, los agentes optaron por mantener cerrados los accesos al césped y cargar contra los hinchas que viendo el panorama decidieron volver sobre sus pasos. 2000 aficionados, algunos a la carrera, entraron en un fondo repleto. El horror era inevitable.

El partido arrancó, pero las cámaras de la BBC se centraban en lo que ocurría en la grada. Algunos aficionados saltaron al césped con el fin de alertar a los jugadores de lo que sucedía. La contienda futbolística sólo duro siete minutos. No importaba para nada. En la grada oeste la gente estaba siendo aplastada, pisoteada en caso de caer al suelo y los casos de asfixia se repetían.

El saldo fue terrible. 96 personas murieron -entre los niños fallecidos estaba un primo de Steven Gerrard-, otras 766 resultaron heridas y miles de familiares necesitaron asistencia sicológica. La magnitud del desastre se hizo evidente al trasladar los cuerpos de muertos y heridos al centro del campo. El gimnasio de Hillsborough se convirtió en un improvisado depósito de cadáveres.

La labor policial es uno de los puntos más negros de la tragedia. David Duckenfield, responsable de seguridad aquella tarde, había sido nombrado apenas 19 días antes. Su trabajo fue muy cuestionado e incluso la acusación de las familias de los fallecidos le llegó a imputar «homicidio por negligencia grave». El jurado no llegó a emitir un veredicto, pero es evidente que se cometieron errores con graves consecuencias.

«El Informe Taylor»

El impacto fue brutal y algunos jugadores como Aldridge estuvieron meses sin jugar. De hecho, su siguiente partido fue en la Real. El juez Peter Taylor redactó un informe que junto con la conocida como «Ley de espectadores de fútbol» cambiaría el aspecto de los campos. Los clubes debían de eliminar las vallas y no disponer de localidades de pie en menos de cinco años. Los precios de los abonos subieron con la llegada de la Premier, competición auspiciada por el magnate Ruper Murdoch.

Los equipos aceptaron casi sin rechistar y encontraron un balón de oxígeno con la decisión de John Major, entonces Prime Minister, de destinar parte del dinero recaudado con el impuesto de las quinielas a la remodelación de los estadios. Inglaterra fue ejemplar anfitrión de la Eurocopa de 1996 y la UEFA decidió imponer como norma obligatoria las recomendaciones del «Informe Taylor» en las competiciones europeas.

Hillsborough supuso un antes y un después a la hora de concebir el fútbol en Inglaterra. Se convirtió en un espectáculo más seguro, pero también bastante más caro. La Ley Bosman, los contratos televisivos, las ventajas fiscales o los propietarios foráneos son otros de los factores que han acelerado el cambio.

apela a la épica con la duda de su capitán

Tras el 1-3 de Anfield la pasada semana, Chelsea y Liverpool se enfrentan en Standford Bridge. Los primeros, entrenados por Guus Hiddink, no podrán contar por sanción con el central John Terry. En los de Benítez es duda su capitán Steven Gerrard.

El Barcelona, a no confiarse en Múnich

El cuatro a cero que endosaron los catalanes al Bayern hace seis días en el Nou Camp puede invitar a la confianza en el entorno blaugrana. Sin embargo, nada más acabar el choque de Barcelona, Thierry Henry se encargó de recordar la gran remontada del Deportivo frente al Milan en los cuartos de 2004. Por ello, Pep Guardiola, que cumplirá hoy 50 partidos al frente del conjunto culé, no quiere ningún tipo de relajación, sacará toda la artillería y promete «no especular».

El Bayern, por su parte, confía en el milagro. El choque arrancará a las 20.45 (Antena 3) y los bávaros recuperan al valón Van Buyten para su zaga.

B.Z.

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