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¿Qué crees que pasaría si las mujeres decidieran hacer huelga durante tres meses?

Seguro que recuerdan las pregunta que lanzó hace unas semanas el Instituto de la Mujer Emakunde. ¿Qué pasaría en la vida de una familia si la trabajadora, la compañera, la madre, el ama de casa decidiera ir a la huelga? Éstas son algunas de las opiniones recabadas.

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Joseba VIVANCO

Nos os preocupéis por mí, estaré genial, os llamaré. Besos...». Es el final de la hipotética nota pegada a la nevera que dos niños se encontraron al llegar a casa después de clase. «¿Os acordáis del cartel de Emakunde que os enseñé y donde ponía: `¿Te imaginas una huelga de mujeres?'... Pues he pensado que mejor que imaginarlo es vivirlo», eran las palabras que precedían a la despedida. Han pasado cuatro días y la familia ya la echa de menos. «¡Queremos que venga!», proclaman los pequeños. Luego escriben: «Mi madre llamó anoche, dice que está pasándolo pipa, que nos echa de menos un ratito, que nos daría unos besos...».

Es sólo una de las aportaciones que ha recibido en su página web la campaña de Emakunde presentada el pasado 8 de marzo. ¿Qué crees que pasaría si las mujeres hicieran huelga durante tres meses? Ésa era la pregunta. Y desde entonces, han sido unas cuantas las personas, hombres y mujeres, que han hecho llegar su respuesta. «Nos encontraríamos ante la mayor crisis», afirma Carmelo. Todo se acumularía «como una bola de nieve que se agranda por momentos».

«Los bares, llenos de hombres»

Pedro, de Sopela, cree que «muchos acaba- rían comiendo bocadillos todos los días, con la misma ropa, no cambiarían las sábanas, tendrían la casa hecha un estercolero, los hijos estarían peor atendidos...». Lo mismo que opina Itziar, para quien «los niños irían siempre a clase sin hamaiketako, las personas mayores estarían peor atendidas, los bares llenos porque nadie les diría a los hombres qué hacer, sólo se pasaría el polvo cuando habría una capa, ya que para los hombres siempre está limpio...». Es más, «se acabaría la especie humana porque no se podrían aparear los hombres sin mujeres».

La mayoría coincide en los efectos de esos primeros días. «Mi casa, especialmente el baño y la cocina, se habrían convertido en auténticas pocilgas donde reinaría el desorden y la suciedad comenzaría a acumularse de forma amenazadora», describe Pilar, quien no duda de que «cuando los hombres se quejan sobre qué sería de ellos, me doy cuenta de que queda mucho camino por recorrer hasta conseguir la igualdad».

Hasta los más pequeños reconocen esa «crisis doméstica». Henar lo cuenta así: «En mi casa nos moriríamos de hambre, o comeríamos siempre comida pedida, porque mi aita es un pésimo cocinero. La casa sería un completo desorden y un caos».

Pero que una huelga de mujeres condujera a «no saber quién limpiaría los suelos o cocinaría», como dice Agustín, sería sólo el principio. Porque es verdad que hay hombres comprometidos, que colaboran, pero como asegura Ana, «si un hombre sabe cocinar, no sabe planchar; si sabe pasar la aspiradora, no sabe lavar la ropa; si sabe pasar el polvo, no saber regar las plantas....». Quizá la situación en muchos hogares no sea tan extrema como la que denuncia Carlos al afirmar que «los hombres son unos inútiles y sólo saben beber vinos», pero desde luego no es la igualdad deseada.

Hay quien, como Luismi, no cree que «en un mes pasara nada, porque el trabajo del ama de casa y de la madre, que no de la mujer, es constante y a largo plazo». Pero también hay quien como Isabel vaticina que, sobre todo en el cuidado de personas mayores, una huelga de mujeres llevaría a que «las diputaciones vascas tendrían que invertir muchísimo más dinero en servicios de cuidado y subirían los sueldos de las trabajadoras domésticas».

También Jon opina que «muchas cosas cambiarían en cuanto a percepción del trabajo oculto y hasta incluso en algunos sectores de los hombres», aunque matiza que «muchos hombres se sentirían agredidos» por lo que no descarta que de inicio «muchísimas mujeres iban a recibir una sarta de hostias y se las culpabilizaría hasta de la pérdida de la batalla de Trafalgar».

¿Una huelga de mujeres? Como dice un anónimo, «a fecha de hoy aún perdura en su mente -en la del hombre- aquella terrible pesadilla». Sobre todo, como afirma Margarita, «para ese marajá que vive todo feliz y tranquilo desde la mañana hasta la noche y desde el lunes hasta el domingo».

 
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