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Francisco Larrauri Psicólogo

El siglo político

Esta dinámica ha significado para el conjunto unionista que no fuera necesario tomar el poder, sino simplemente ocuparlo. Y esta ocupación llevada a cabo por el pacto PP- PSE-PSOE sí es una responsabilidad exclusiva del anterior inquilino

Si alguien quiere explicar la historia reciente de Euskal Herria no podrá hacer coincidir el siglo cronológico con el siglo político, porque el siglo XX político se acaba justamente ahora, con la pérdida de la Lehendakaritza y la consiguiente salida del PNV del Gobierno vasco por no conseguir los apoyos necesarios para formar gobierno. El siglo político acaba, pues, con el fracaso del PNV, no por los 30 diputados obtenidos, sino por la historia difusa que sus dirigentes han acometido durante los 29 años en que se han disuelto como una burbuja en el aire ante el pucherazo histórico que se cocía.

Atrás queda el entusiasmo que embargó a la población tras el inicio de la transición y el engaño que enmascaró la auténtica situación política, la autonomía sin transferencias y también los últimos coletazos del PNV flirteando con el PP y el PSE-PSOE sin importarles poner en cuestión, con el fin de amarrar la poltrona, las esencias de toda la historia vasca del siglo XX. Este fin de siglo expresa, a la vista de las estrategias de los partidos para imponer un lehendakari en Ajuria Enea, un declive de valores democráticos generales, pero también un hundimiento de valores que se daban por sentado en el mismo PNV. Si bien han pasado muchas lunas desde que el almanaque le dio la vuelta al siglo, es justamente ahora cuando empieza el siglo XXI político para Euskal Herria.

Y ahora afortunadamente hay señales que llegan altas y claras, porque quien ha vivido el pucherazo para la restauración borbónica no parece que pueda abstenerse de expresar un juicio, a pesar de la comprensión, el silencio y la connivencia del PNV con la ilegalización de la izquierda abertzale, que queda para la interpretación de los historiadores. Esta dinámica ha significado para el conjunto unionista que no fuera necesario tomar el poder, sino simplemente ocuparlo. Y esta ocupación llevada a cabo por el pacto PP-PSE-PSOE sí es una responsabilidad exclusiva del anterior inquilino, porque si entendiéramos que ha sido una toma de poder, podríamos disolver las responsabilidades, pero no las podemos achacar a quienes les ha sido prohibido participar, siendo detenidos por intentarlo.

Por tanto, no estamos hablando de ninguna revolución y sí de un pucherazo violento con la autoimposición de declaraciones, en concepto de <<reparaciones>> por las frustraciones y engaños ocasionados a los diferentes estamentos sociales por parte del colaborador necesario. Han aprovechado ya el Aberri Eguna para jugar con la brevedad de la memoria popular y recordar a unos («Gora ta gora») que la libre determinación es la solución, y a otros que ya están listos para arreglos negociados dentro de dos años, cuando se queden solos en medio de un páramo político.

Por otra parte, en las primeras luces del siglo político se hace notorio el intento de querer dar a comprender a la sociedad vasca, con las bases para el cambio democrático, el pucherazo electoral que proclama a Patxi López como lehendakari, aunque esto requiera un extraordinario tinglado de ingeniería social por parte de una alianza (López-Ares, Basagoiti-Oyarzábal) en la que sus partidos han sustentado y amparado la ideología del odio del siglo político que finiquita. Por tanto, es muy difícil presentar con la rémora del franquismo y del GAL una estrategia global para garantizar la estabilidad. Aunque leídas las primeras reglas del juego que se han dado, la tarea principal, y la única realidad, será la defensa por la vía policial de todo lo que moleste, aunque sean valores democráticos que hayan progresado a través del debate público. Confraternizar con Madrid significará un corrimiento a la derecha que no les convierte precisamente en un bastión de la democracia, y esto se percibe con la estrategia de salida de esta alianza popular al considerar el conflicto vasco en términos de victoria total sobre derrota total, con el añadido del derribo de la izquierda abertzale. Quieren aniquilar al enemigo, pero la historia no se puede borrar, ni a los adversarios borrarlos de la historia. ¡Algo parecido dijo ya Rubalcaba!

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